Apuntes de bolsillo

Apuntes de bolsillo

JOSÉ M. RODRÍGUEZ HERRERA
El año 1876 fue la aurora de la industria azucarera. Un iluminado, un vidente cubano, el señor Juan Amechazurra, trajo los entusiasmos del hombre emprendedor, fundó el Ingenio Angelina, el primero de la serie de siete que debían fomentarse en el transcurso de 16 años; y el 9 de enero de 1879 hendió los aires el sonido del silbato de la casa de máquina para anunciar la primera molienda a vapor en Macorís.

A este señor múltiple, escritor, azucarero, mecánico y agricultor de infatigable actividad, debe mucho el progreso de esta provincia, porque él no sólo fomentaba su empresa, sino que se impuso la tarea de la propaganda en favor del cultivo de la caña, ya de palabra, ora por medio de la prensa. Desplegó activos esfuerzos en la isla de Cuba, hasta lograr que los vapores de la Compañía Herrera tocasen las puertas de nuestra República; y su buena propaganda sobre la feracidad de las tierras de esta región, atrajo otros capitalistas de aquella isla para que establecieran sus fincas aquí.

Muy pronto otras sirenas anunciaron la inauguración sucesiva, en esta común de Macorís, de los ingenios Porvenir, del señor Santiago W. Mellor, en el año 1879; Santa Fé, del señor Augusto Rusell, en el año 1880; Consuelo, de los señores Padró y Solau, en el año 1881; Puerto Rico, del señor Juan Serrallés, 1892; y en la común de Los Llanos, Quisqueya, de don Juan Fernández de Castro, en 1892.

Estas siete factorías, por su gran extensión, las importantes edificaciones de sus bateyes, que constituyen pueblos, sus líneas férreas y los grandes adelantos que han proporcionado a sus molinos, pueden valorarse, sin que se raye en la exageración, en la enorme suma de 35 millones de pesos.

No incluyo aquí, ex-profeso, el ingenio Las Pajas, ubicado en terrenos de la común de Hato Mayor, pero cuyos azúcares llegan por vía fluvial a nuestro puerto. Fundado en el año 1918 por Macorís Sugar Company, presidida entonces para el señor Juan Martín Santoni, y cuyo administrador-tesorero era el señor Gaetán Bucher.

(NOTA: He traído a estos Apuntes de bolsillo parte del libro publicado por la Sociedad Dominicana de Bibliófilos, del maestro y escritor Manuel Leopoldo Richiez Bernardino, en interés de que llegue al mayor número de lectores posible).

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