JOSE M. RODRIGUEZ HERRERA
En Madrid, el «tapeo» antes (o en lugar) de las comidas es toda una tradición. El ritmo de vida actual, desgraciadamente, no permite practicar a diario esta «sana costumbre», pero los fines de semana es raro el madrileño que no va de tapas.

La oferta es tan variada que es difícil elegir. Hay sitios para todos los gustos y bolsillos. La costumbre es hacer un recorrido por distintos bares y así probar las distintas especialidades, regadas con un «chato» de vino a una caña bien tirada de cerveza.

Entre las tapas más típicas se encuentran los boquerones en vinagre, las gambas al ajillo, los calamares a la romana, los caracoles, los champiñones, los pinchos de tortilla, las patatas bravas, los mejillones y lo callos al estilo madrileño en cazuelitas.. Mención aparte merece el exquisito jamón serrano, procedente de distintas zonas del país, desde Guijuelo (Salamana), hasta Jabugo (Huelva), pasando por Montánchez (Badajoz). No quedaría completa esta breve lista si no mencionáramos el delicioso queso manchego, tanto el curado como el fresco o el semi-curado.

Tapear puede ser la solución para aquellos a los que les cuente esperar a la hora oficial de las comidas (lo normal es almorzar después de las 2:00 p.m. y cenar pasadas las 9:30), una manera de «matar el gusanillo» al tiempo que se socializa y se degustan especialidades gastronómicas del país.

La primera característica que define la cocina española es el uso del aceite de oliva. La segunda, menos conocida fuera de sus fronteras, es su variedad y la óptima calidad de sus ingredientes.

Madrid ha sabido hacer suyas las distintas cocinas regionales enriqueciéndolas en el proceso; el resultado? nuevos platos típicamente madrileños, como el cocido, los callos y los caracoles.

En la capital de España se cuenta con los mejores restaurantes especializados en cocina regional (andaluza, valenciana, catalana, gallega o vasca). En fin, que en Madrid encontrará cualquier capricho que le dicte su paladar.