JOSÉ M. RODRÍGUEZ HERRERA
El pueblo de La Hiruela, a 103 km de Madrid, lo componen dos calles con casas de piedra y apenas 50 habitantes, aunque censados hay más del triple. Junto con Madarcos, es ésta la población con menos habitantes de toda la Comunidad de Madrid. La componen gente mayor y jóvenes, normalmente artesanos, que han elegido este lugar como retiro, atraídos por su paisaje y por su tranquilidad. En Hiruela la vida es dura, sobre todo en invierno, pero también es sana, y la prueba es ver como los más viejos acarrean leña o empujan la carretilla.

El lugar estuvo siempre tan aislado que el dueño de la comarca, el duque del Infantado, le concedió, al igual que a La Puebla , el derecho de villa («villa eximida») a finales del siglo XV, no se sabe si para evitarle impuestos o por sus difíciles comunicaciones. Por allí pasaba la Cañada Real y el Cordel de Montejo, que transitaban los pastores con sus ganados al igual que los comerciantes.

De todos los pueblos de la comarca, La Hiruela es el que mejor conserva la arquitectura popular serrana. Edificios de piedra y barro con fachadas de piedra sin adorno alguno, madera de roble y tejas rojas. En la plaza, una iglesia barroca dedicada a San Miguel Arcángel. Lo demás, un viejo molina, el bar, un pequeño restaurante, una fragua que ahora es alojamiento rural, y muchos letreros de madera que anuncian que se vende miel de cosecha o se alquilan habitaciones. En los alrededores, mucho silencio y bosques de robles. A medio kilómetro se encuentra La Dehesa, seguramente el mayor robledal de toda la Comunidad.

Hacia El Cardoso pueden contemplarse colmenas de las antiguas hechas con troncos de árboles. Esta carretera estuvo siempre en muy mal estado, pero ahora está asfaltada.

A tres kilómetros quedan, por este antiguo camino, muchos molinos harineros. Cerca se encuentran pueblos que pertenecen ya a la provincia de Guadalajara, como Colmenar de la Sierra o Bacígano, que muestran una arquitectura similar.