JOSE M. RODRIGUEZ HERRERA
VALDES es uno de los lugares más destacados en cuanto a belleza y tipismo, dotados de una gran peculiaridad, con una zona costera de gran encanto.
El mar, el río y la montaña son tres símbolos que definen al muy antiguo y noble consejo valdesano. Tierra de contrastes, por su variada geografía y modos de vida, en pocos lugares de Asturias puede el visitante recrearse con un paisaje de belleza tan cambiante y encanto natural, lo que, unido a la tradicional hospitalidad de sus gentes, así como el ambiente abierto y festivo han convertido al municipio en un enclave turístico de primer orden, cuya fama y prestigio trasciende más allá de las propias fronteras del Principado.
El municipio se extiende entre los ríos Barayo y Cabo, que lo delimitan por la costa y penetra hacia el interior hasta Tineo y Villayon. Su capital, Luarca (a 100 km de Oviedo), ligada desde su origen al mar, es muy concurrido lugar de veraneo, que goza del atractivo de sus playas y de una cuidada oferta gastronómica y hotelera.
Dos zonas se diferencian claramente en la villa: la más antigua, en torno a la desembocadura el río Negro, acoge los antiguos barrios de La Pescadería, La Carril y El Cambaral, barrios de origen medieval, que rodean puerto e iglesia formada un amplio anfiteatro.
Hacia el interior, a ambos márgenes del río, la Luarca burguesa, surgida en el siglo XIX, donde se concentra el comercio y en la que existen hermosas construcciones digmas de conocer.
La excelente calidad de las materias primas y su esmerada elaboración constituyen los dos factores básicos del prestigio de la cocina valdesana.
Pescados y mariscos del Cantábrico, como productos del mar, componen lo más renombrado de una amplia oferta.
Entre los primeros son de sabor exquisito los de roca: salmonetes, sargos o botonas, que, guisados con papas, componen la singular calderada.
Calamares, merluza, congrio, pixin, bonito, sardinas, parrochas o bacartes destacan por su exquisito sabor, además de los salmonetes del río Esva.