DULCE MARIA LOYNAZ (La Habana, 1903-1995). Poeta y narradora cubana cuya primera obra se inscribe en el pos-modernismo “insular”, dentro del cual fue la figura más representativa de la línea purista.

Se ha dicho que la lírica de Loynaz sedujo por su sencillez y naturalidad, el uso del ritmo y de la musicalidad de sus versos, en los que predominó una temática en ocasiones fruto de la angustia, del enigma y motivada por el amor, como en sus primeros poemas de Versos (1920-1938) e incluso Juegos de agua (1947), libros en los que las imágenes de la naturaleza son inspiradoras frecuentes de su escritura, y en los que se advierte la influencia de J. R. Jiménez. Célebre ya como poeta, se aventuró en una ocasión con la narrativa en la novela lírica Jardín (1951), y cultivó también la prosa en Carta de amor a Tutakhamon (1953) y en la colección de crónicas Un verano en Tenerife (1958).

En su obra más reciente Fe de vida, evocó la figura de su esposo P. Álvarez de Cañas, de tal modo que adelantó en parte sus memorias. Premio Nacional de Literatura, en 1987, y premio Miguel de Cervantes, en 1992, escribió además Poemas sin nombre (1953), Últimos días de una casa (1958), Poemas náufragos (1991) y La novia de Lázaro (1993).

Leonardo Da Vinci (1452-1519) en sus años de madurez dejó escrito que “La pasión intelectual hace desvanecer la sensualidad”.