Apuntes de bolsillo

Apuntes de bolsillo

JOSÉ M. RODRÍGUEZ HERRERA
El intento de atentado sufrido por Napoleón III en 1858 a la salida de la Opera, situada entonces en la Salle Lepeletier, así como las transformaciones urbanísticas llevadas a cabo por el barón Haussmann, impulsaron la idea de construir un nuevo recinto. El proyecto escogido en 1861, fue el del arquitecto Charles Garnier. Las obras comenzaron ese mismo año y tras las interrupciones debidas a la guerra franco-prusiana y a la Comuna, la nueva Opera de París fue solemnemente inaugurada el 5 de enero de 1875 por el presidente de la Tercera República MacMahon. La sesión de gala incluyó fragmentos de óperas de La hebrea, de Ludovic Halévye, y Los hugonotes, de Giacomo Meyerbeer, oberturas de Giacchino Rossini y Daniel Francois Auber, más un breve ballet.

La fachada principal del Palais Garnier tiene un primer cuerpo arquitectónico formado por grupos de estatuas entre los siete arcos de entrada, sobre los que se levanta la galería de paseo. Encima se sitúa el tímpano, triangular, decorado por incrustaciones de mosaico. En segundo plano quedan la cúpula de la sala y la caja del escenario. Las fachadas laterales y la posterior son más simples, aunque llevan, como el resto del conjunto, la marca del estilo Segundo Imperio. Destacan también los dos pabellones laterales, de base circular, uno reservado para el acceso directo del jefe de Estado y el otro para los abonados del teatro.

El interior de la Opera está presidido por las amplias y lujosas áreas de paseo, a las que se accede desde la gran escalinata en forma de Y, cuya disposición creó escuela. La profusión decorativa de un espacio que permite ver y ser visto se extiende a la sala, con una capacidad inicial de 2,156 localidades, reducida tras las reformas de 1910 y de 1971 a 1993.

El edificio del Palais Garnier sigue impresionando en la actualidad por su monumentalismo, su espléndida escalera de acceso y la suntuosa decoración. 

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