BAYÁRCAL (España). Dos DEVOCIONES tiene esta población de La Alpujarra almeriense: el patrón, San Francisco Javier, que lo celebra curiosamente con fiestas de Moros y Cristianos a principios de diciembre (el santo estaba más relacionado con Japón que con los árabes), y San Marcos (en abril), festividad en la que, además de procesión, se cocinan las llamadas ollas del santo, una especie de fiesta astronómica.

Bayárcal es la última localidad antes de entrar en la provincia de Granada, con la que histórica y geográficamente ha estado muy unida. Situada a 1,258 metros, en la falda del cerro Chullo, con nieve casi todo el año, es también el pueblo de mayor altitud de toda Almería y punto de partida para realizar excursiones a Sierra Nevada (en sus alrededores se encuentra un enorme encinar, el más grande de toda la región). Por el hecho de estar apoyado en la ladera, da la sensación de que las casas van a rodar barranco abajo. Sus habitantes siguen viviendo de la agricultura y de la ganadería aunque, al igual que ha pasado en otras poblaciones vecinas, han bajado a la costa para trabajar en los invernaderos. Bayárcal posee una parroquia mudéjar dedicada a San Francisco Javier, y conserva grises chimeneas circulares y esos típicos terraos alpujarreños en los que el techo de una casa sirve de patio a la de encima. El medio de transporte sigue siendo el burro o el mulo, lo único capaz de moverse por estos intrincados caminos. Bayárcal es famosa por su fuente de aguas ferruginosas que, como dicen sus habitantes, «mayormente sirven para dar hambre», cosa que no presenta problema alguno, pues es comarca donde los fríos hacen que se curen buenos jamones y productos del cerdo.

La gastronomía de Bayárcal se compone de: Olla de San Marcos (garbanzos, tocino, hueso de jamón, patatas, hinojo, cardo y fideos), platos de matanza casera, pan de aceite y bollos.