Apuntes de bolsillo

<p>Apuntes de bolsillo</p>

JOSÉ M. RODRÍGUEZ HERRERA
Sorpresa y alegría produjo una llamada telefónica desde Park Avenue de la ciudad de Nueva York, destinada a este apuntador y cuyo número 809-846-3007, fue facilitado por la redacción de este diario, cosa que agradezco por partida doble.

La inesperada e insólita llamada provenía de un viejo amigo de nombre Enriquillo del Rosario Ceballos, embajador alterno de la República Dominicana ante las Naciones Unidas, amistad que nos une desde hace muchos años, cuando coincidimos en la pensión de la calle Santomé 72, entre El Conde y Las Mercedes.

Interesábase el embajador en una columna de nuestra autoría, que hacía mención de su persona, publicada en otro prestigioso matutino del país en fecha y día viernes 14 de mayo de 1976, titulada La Visita del Rey.

Motivo de un encuentro de Su Alteza Real, entonces Príncipe de España, en 1971, con ministros y embajadores en la Organización de Estados Americanos, Washington, D.C., el representante dominicano Del Rosario Ceballos pidió al Príncipe Juan Carlos que visitase primero la República Dominicana, cuando fuera rey, por ser ésta donde Colón fundó la primera ciudad del Continente. La regia visita a Santo    Domingo se efectuó los días 31 de mayo y 1 de junio de 1976.

En aquella pensión de la Santomé, Enriquillo y sus hermanos Teté y Luis, compartían hospedaje con Ovidio Núñez, Félix  Acosta Núñez, Reinaldo Cabral Canto -Chino-, Angel Jiménez, Billy Berroa, el Gordo Mallén y otro personaje de carácter introvertido, el barbero Calcaño, que entre otros clientes del salón Marión, destacaba el doctor Joaquín Balaguer.

En esa etapa de lozana juventud -1953- cuando Enriquillo hacía “bulla” como gran bailador en los centros sociales de La Romana, el costo de la pensión era de 40 pesos -no pesitos-, con las tres calientes que nos hacía Isabel, la cocinera de ojos grandes y saltones, quien siempre tenía a flor de labios, alguna ocurrencia de su lejana y hermosa campiña cibaeña.

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