Apuntes de bolsillo

Apuntes de bolsillo

EL CORAZÓN DE MÉXICO. En 1519, las tropas españolas dirigidas por por Hernán Cortés marchaban a través del paso entre los volcanes gemelos Popocatéptl e Iztaccihuatl, y admiraban el alto valle del México central. Lo que vieron les asombró. Bajo su mirada, construida sobre islas artificiales en el lago, se encontraba la capital azteca de Tenochtitlán, con sus incontables templos y pirámides.

“Cuando vimos todas esas ciudades y todos esos pueblos construidos sobre el agua”, escribía el cronista de expediciones Bernal Díaz, “algunos de nuestros soldados preguntaron si todo aquello era un sueño o era realidad”.

El Lago Texcoco hace tiempo que se ha cubierto y gran parte de ciudad azteca fue arrasada durante su conquista en 1521. Sin embargo, los vestigios evocadores sobreviven, esparcidos por la ciudad moderna.

En tomo a la capital, en el alto valle montañoso que aún forma el corazón de México, se encuentran los antiguos templos y las ciudades, testigos misteriosos de la visión y destreza de los aztecas y las civilizaciones que los precedieron.

Su legado continúa vivo en la nación moderna, con descendencia española y amerindia, en la pasión por la vida y la conciencia de la muerte que surgen en cualquier lugar, en las escabrosas telenovelas, en los salvajes y vibrantes murales de Diego Rivera, y en fiesta anual del Día de los Muertos.

Ciudad de México no es del gusto de todo el mundo, la metrópolis más elevada, la segunda más grande y más contaminada del mundo.

Dicen que sólo respirar su aire tiene el mismo efecto que fumar dos paquetes de tabaco al día. Su núcleo de elegantes mansiones coloniales y rascacielos relucientes alrededor del ancho paseo de la Reforma, alineado por palmeras, está cercado por los cada vez más estropeados suburbios que se agolpan en los extremos en crecientes ciudades miserias.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas