Apuntes de bolsillo

<p>Apuntes de bolsillo</p>

JOSE M. RODRIGUEZ HERRERA
FRANCISCO I (1515-1547) introdujo en París el Renacimiento italiano, que ya se anunciaba a orillas del Loira. Durante su reinado la corte se hizo más refinada. Contrató artistas italianos (entre ellos a Leonardo Da Vinci, Fiorentino Rosso y Primaticcio) que trabajaron en la decoración del Louvre y de Fontainebleau.

Puso a Guillermo Bude al frente de lo que sería la Biblioteca Real, sentando así las bases de la Biblioteca Nacional. Promovió el desarrollo de la Universidad y se mostró partidario de la libertad de expresión. Pero el fantasma de los problemas religiosos pronto oscureció tan brillante panorama. En 1534, Ignacio de Loyola y Francisco Javier fundaron la Compañía de Jesús -los jesuitas- en la cripta de una iglesia de Montmartre. Los enfrentamientos entre católicos y protestantes, llegados a Francia desde Alemania, dieron lugar a las llamadas Guerras de Religión.

El 23 de agosto de 1572, la matanza de protestantes de la noche de San Bartolomé fue el punto de partida de una guerra civil que habría de durar quince años. Para impedir el acceso de un monarca protestante al trono de Francia, la Liga Católica convocó a los Estados Generales.

Los parisinos no permitieron la entrada del rey en la capital. El soberano sitió la ciudad hasta que la amenaza de una intervención del ejército español le obligó a levantar el cerco. De este modo se puso de manifiesto que Enrique IV solo conservaría el trono si se convertía al catolicismo. En 1593, tras renegar del protestantismo, pronunció la famosa frase: “París bien vale una misa”.

Entramos en un período marcado por las obras de construcción de la capital. Se remodeló el Louvre, se diseñaron la plaza Dauphine y la place Royale (en la actualidad place des Vosges) y se construyó un nuevo puente (el Pont Neuf) sobre el Sena. Atraídos por la fuerte personalidad y el carácter jovial de Enrique IV (apodado el Vert Galán), numerosos aristócratas y hombres de fortuna acudieron a París y construyeron hermosas mansiones en el Marais. El desarrollo prosiguió también tras la muerte del rey, asesinado por Ravaillac el 14 de mayo de 1610.

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