Apuntes de bolsillo

Apuntes de bolsillo

JOSÉ M. RODRÍGUEZ HERRERA
Frigiliana, es una pequeña población de España, a 57 kilómetros de Málaga y a 6 de Nerja, de la cual se ha oído poco hablar de ella, por estos parajes.

Las mulas o burros cargados de leña se cruzan por las empinadas calles con grupos de japoneses, alemanes, ingleses o escandinavos. Podría creerse que esos borricos han sido puestos allí para dar más exotismo al lugar, pero no es así.

Frigiliana ha sabido conservar sus antiguas costumbres aunque se ha adaptado a los nuevos tiempos y vive, además de su agricultura, del turismo.

La arquitectura sigue siendo la misma: pequeñas casas blancas y estrechas callejas con tiendas y restaurantes que solo sabe que lo son, cuando se penetra en ellos. ¡Qué encanto!

A la puerta de sus viviendas las mujeres charlan o hacen pequeñas labores, indiferentes a los visitantes. A las nueve y media de la mañana, cuando llega el autobús de Nerja, comienza el jaleo de los visitantes que empiezan a pasear por los rincones más típicos: El Zacatín, El Torrejón, o seguir la historia Frigiliana en los mosaicos, por las calles de Hernando Darrea, Alta, Amargura, Santa Teresa e Iglesia.

Al atardecer, a las siete y media, regresa el autobús y el pueblo recupera su tranquilidad. Es entonces cuando, ya sin la avalancha de turistas, se puede tomar tapas de choto, callos o embutidos en la Alegría o en Virtudes.

Frigiliana entró en la historia conocida, por ser el último reducto de los mariscos sublevados de Granada. La historia de aquella revuelta puede apreciarse en la serie de 12 azulejos empotrados en algunas de sus calles.

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