Apuntes de bolsillo

Apuntes de bolsillo

Donde el este se encuentra con el oeste. aquella antigua ciudad  en el punto de encuentro entre Europa y Asia ha tenido tres nombres en su larga historia: Bizancio, Constantinopla y Estambul. Hoy en día, está llena del asombroso legado de dos imperios que hicieron de ella su capital: el  Bizantino de los griegos y el  Otomano de los turcos. Aún es la ciudad más grande de Turquía, situada de magnífica forma en la península, se encuentra entre los lugares más coloridos, ruidosos y fascinantes del mundo, una meca para los compradores, los gourmets (la cocina turca tiene renombre de manera justa) y los viajeros.

Las murallas dobles de Teodosio se extiende 6,4 km a lo largo del istmo de la península, aún  intactas. Junto con el área que encierran, la Unesco las ha declarado Patrimonio de la Humanidad. La ciudad moderna de Estambul se extiende más allá de las murallas, pero dentro, la vieja Estambul forma un contraste total con  lugares  de la Europa occidental. Aquí, la antigüedad, únicamente, sobrevive junto al presente: la ocupación ilegal de la gente sin hogar de las torres de las murallas romanas, antiguos capiteles que sirven de pila a los pájaros en un patio sucio, una tienda de repuestos de autos  que resulta ser parte de un edificio otomano, y el fútbol que se juega en un embalse lleno. En tanto que se admiran monumentos de miles de años de antigüedad, el tráfico de la ciudad moderna ruge con cada centímetro recorrido. 

En su búsqueda de una nueva capital, Constantino (que reinó de 306 al 337 dC) eligió la ciudad griega de Bizancio, defensivamente sitiada, que después se convirtió en Constantinopla. Tras la caída del Imperio Romano  en 476, Constantinopla continuó gobernando el lentamente decadente Imperio    Bizantino durante mil años hasta caer en manos de turcos otomanos en 1453. El  Sultán Mehmet II  la hizo capital del Imperio Otomano, y así permaneció hasta que Turquía llegó a ser una república en 1922, con su capital en Ankara.

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