ATENAS, ACRÓPOLIS. Incluso para los atenienses, la contemplación de la Acrópolis sigue resultando impresionante, a pesar de que el tiempo, la guerra, los terremotos y la contaminación han deteriorado la colina sagrada y su gran joya, el Partenón, uno de los monumentos de la antigüedad más importante de Occidente.
Desgraciadamente, muchos de los monumentos de la Acrópolis han sido expoliados o destruidos a lo largo de los años o se encuentran en museos, por lo que han sido reemplazados con réplicas. En la actualidad se está realizando un proyecto de restauración, que durará veinte años, para intentar reparar el deterioro. El conjunto arqueológico ya forma parte del Patrimonio Mundial.
Habitada desde el Neolítico, la Acrópolis (Ciudad Alta) fue utilizada como fortaleza y lugar de culto, y los arqueólogos creen que hubo un palacio micénico en la cumbre. Posteriormente se construyeron en ella varios templos en homenaje a la diosa Atenea.
Tras la destrucción de los edificios por los persas en 480 a.C., Pericles puso en marcha un ambicioso programa de reconstrucción que la transformó en una magnifica ciudad de templos. En los siglos siguientes, fue utilizada como fortaleza militar de los sucesivos ocupantes y los edificios fueron convertidos en iglesias, mezquitas, etc. Todas las estructuras construidas por francos y otomanos fueron destruidas tras la independencia.
En 1687, los venecianos atacaron a los turcos y abrieron fuego sobre la Acrópolis, lo que provocó una gran explosión que causó graves daños a los edificios, debido a que el Partenón era utilizado como polvorín.