MADRID. Lo que tal vez diferencia Madrid de otras ciudades cosmopolitas de Europa es que el madrileño gusta de pasar muchas horas del día y la noche en la calle y, como esto es  ya casi ancestral, la ciudad ofrece grandes  posibilidades para el ocio en compañía. Naturalmente, el madrileño es también un ser trabajador, lo que demuestran los grandes embotellamientos del tráfico en las horas previas y posteriores a la jornada laboral, pero siempre hay un hueco para tomar una copa, o muchos huecos según se desprende de la densidad de bares, tabernas y cafeterías por kilómetros cuadrados.

Hay dos grandes grupos de estos establecimientos: los tradicionales, que  ofrecen un amplio surtido de tapas y raciones para acompañar la bebida y que tienen su apogeo a la hora del aperitivo, y los llamados bares de copas, que son establecimientos nocturnos, de reciente moda, diseñados con una decoración moderna, especialmente frecuentados por la juventud. Por supuesto, hay más variedad: cervecerías, marisquerías, tabernas de solo vino,  pubs de estilo inglés, mesones con especialidades – jamón, tortilla, gallegos, vascos, etc. – antiguos cafés… Estos establecimientos están por todos los  barrios de la ciudad, pero hay zonas de especial concentración: alrededores de la puerta del sol.