El litoral de la provincia de Samamá es lugar privilegiado en playas y bellísimas imágenes marinas.

En mi deambular por aquellos espacios de Quisqueya, conversando con un señor nativo de la zona, hombre cabal y sincero, quien se lamentaba de algunas situaciones: «Aquí en la Bahía había un proyecto para una marina y todo se quedó en el papel, por la oposición de algunos a su realización. Esta región tan espléndida no camina a tono con su lento y pobre desarrollo” me decía Papo.

Vengo de visitar dos playas, tan diferentes entre sí pero tan singularmente sugestivas cada una.

La primera visitada fue Las Galeras, en el extremo nordeste de la isla, cerca de Samaná, con una carretera digna de mejor suerte.

Quedamos impresionados por su blanca arena y aguas azul celeste, y más que nada, por la formidable vista de los Cabo Cabrón y Cabo Francés, que solo de ambos teníamos referencias por las clases de geografía de los primeros cursos de la escuela primaria, allá en San Pedro.

El día era lluvioso y en tierra veíanse algunas lanchas motoras: Joel y Ludi, Carolina, Nilkia, Ginamaría, Waka Bout Power y otras.

Aquellos contrastes de colores espléndidos, aquella serenidad del tiempo y la fina lluvia, quedaron grabados en mi retina y el corazón flotaba sobre tan impresionante espectáculo de la naturaleza.

Las Galeras es pequeña y singular, Las Terrenas es una inmensidad: kilómetros y kilómetros ¡Huy!, imposible de apreciarla toda en una sola jornada pedestre; ahora, si usted se anima ¡Ea!

Aquella es otra maravilla en grande.