Apuntes de bolsillo

Apuntes de bolsillo

JOSÉ M. RODRÍGUEZ HERRERA
SANTILLANA DEL MAR,
en la provincia de Santander (España), de la cual se dice que es la ciudad de las tres mentiras, pues ni es santa, ni es llana, ni está junto al mar. La historia de esta villa medieval comenzó cuando, durante la Reconquista y tras la repoblación de Alfonso VIII, llegaron los reliquias de una santa martirizada en Asia Menor. A su alrededor se formó un núcleo de atracción religiosa, un santuario que creció y dió origen a una orgullosa población a la que se llamó con el nombre de la mártir: Santa Illana, Santa Juliana y, finalmente, Santillana.

Capital de la merindad de las Asturias de Santillana en la Edad Media, sus años de esplendor se extienden desde el siglo XII al XVIII. A esta época pertenecen numerosas casonas con escudos, algunos con curiosas frases, como el de los Velarde: “Velarde, el que a la sierpe mató y con la infanta casó”, o el lema de los Villa: “un buen morir es honra toda la vida”.

Casi todos sus edificios fueron construidos en los siglos XIII y XIV, lo que convierte esta villa en un auténtico museo de arquitectura.

Esta comarca ganadera producía una famosa leche, tan espesa -según algunos – que se podía volcar el vaso sin que se cayera…Siempre hubo en Santillana tiendas que vendían leche con bizcochos, siendo la pionera María Luisa, propietaria de una tienda en la calle principal. Su imagen, a la puerta de su establecimiento, era fotografía obligada para los turistas y, según otros exagerados, lleva ahí “desde que se inventó la leche”.

Hay muchos palacios y notables edificios que atestiguan su pasado esplendor y en su término municipal se encuentra la célebre cueva de Altamira, dentro de la cual se encuentra la “obra maestra de la pintura rupestre en el mundo, a la que el famoso prehistoriador francés Salomón Reinach, llamase la Capilla Sixtina del arte cuaternario.

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