Los imponentes acantilados de Yosemite. En 1851, una tropa de Voluntarios de California dio caza a unos Americanos Nativos en las profundidades de las Montañas de Sierra Nevada en un refugio oculto en el Río Merced, y se encontraron en un paraíso de monolitos de granito, árboles gigantescos y cascadas espumosas.

 Un miembro de la tropa, un joven médico  llamado Lafayette Bunnell, se enteró de que las tribus locales nombraban al lugar con la palabra “oso pardo” – Yo – sem – it – y. Su popularidad se extendió, y en 1864 pasó a ser propiedad del Estado.

En 1890, el valle, de 303.000 ha., junto con el área circundante, pasaron a ser uno de los tres primeros parques nacionales de Estados Unidos.

Hace unos diez millones de años, surgió la Sierra Nevada. Más tarde, otras dos fuerzas- las aguas que fluían por el Merced y acción limpiadora de los glaciares de la  edad de hielo- se sucedieron una a otra varias veces.

 Los glaciares, que una vez habitaron este valle con una profundidad de casi unos l000 metros,  sacaron hondonadas, o cuencas, debajo de los picos, y acantilados vertiginosos cortados como la caída de Half Dome y maciza proa de El  Capitán- a 1 .066 metros, el bloque de granito desprotegido más grande del mundo. 

La última  vez que el hielo se derritió, los lagos de agua derretida se encenegaron, formando valles fértiles.

 Las fuerzas más suaves de la erosión aún están activas; como muestran glorias como las Bridalveil Falls de 189 m, y la cascada  doble, la Yosemite Upper (superior) y la Lower (inferior), que juntas forman la cascada más alta de América del Norte con 739 metros.