Apuntes de bolsillos

Apuntes de bolsillos

J. M. RODRÍGUEZ HERRERA
Salvador Domingo Felipe Jacinto Dalí y Domenech nació en Figueras, Girona, España, el 11 de mayo de 1904, un año después de que muriera su hermano mayor, también llamado Salvador. Pese a lo que pueda parecer, el recién nacido no recibió el nombre en memoria de su hermano muerto, sino porque así se llamaba su padre, un notario, casado con Felipe Domenech y Montaner. Para vencer su timidez patológica y llamar su atención, adoptó desde muy pequeño una actitud fuertemente exhibicionista, algo que no dudó en reconocer en sus Confesiones inconfesables. Ni siquiera el nacimiento de una hermana, Ana María, cambió la situación de protección y mimo que los Dalí dedicaron a su segundo hijo, quien pronto se acostumbró a que todos sus deseos y antojos fueran concedidos al momento.

Su infancia y juventud transcurrieron en Figueras. Estudió en el colegio público de esta localidad, y más tarde en el Colegio de los Martistas, sin destacar nunca por su calificaciones. Sin embargo, hubo una disciplina en la que Salvador sobresalió desde muy temprana edad, la pintura. Su primer profesor de dibujo fue Juan Núñez, un grabador; pero el hombre al que él consideraba su verdadero maestro, fue Ramón Pitxot, a través del cual descubrió la obra de los impresionistas catalanes, el cubismo de Juan Gris y el futurismo italiano.

Dalí, ya en Madrid y con dieciocho años, usaba capa y bastón y se peinaba con el pelo largo hasta los hombros y con grandes patillas, algo más propio de la época romántica que de los años veinte.

Trabó amistad con dos de sus compañeros de la Residencia de Estudiantes, Luis Buñuel y Federico García Lorca. Con ellos empezó a vivir la vida madrileña, saliendo y divirtiéndose, pero también participando en las reuniones cultas y vanguardistas.

Controvertido, exhibicionista y provocador, Dalí decidió en su adolescencia que llegaría a ser un gran genio. Asimiló con rapidez las formas de pintar más avanzadas, hasta que, en los años veinte, se encontró con el movimiento surrealista, al que se vinculó de inmediato, llegando a decir: “El surrealismo soy yo”.

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