Apuntes de un día en Santo Domingo

Apuntes de un día en Santo Domingo

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Caminar o manejar un vehículo en la ciudad de Santo Domingo, es una verdadera proeza. A pesar de la modernidad aparente en que vivimos, con elevados, puentes y edificios de gran altura, ha sido imposible poder transferir estos signos de desarrollo a nuestra población, por dos aspectos básicos: El primero la falta de educación y responsabilidad ciudadana de los capitaleños, y la otra razón, la falta de voluntad política y responsabilidad  de nuestras autoridades.

Las manifestaciones de irrespeto a las leyes de tránsito que vemos a diario de parte de conductores y peatones, no es más que el reflejo de un pueblo sin disciplina y unas autoridades que actúan según sus conveniencias, sin interés público y sólo en busca de beneficios personales; por tanto no existe voluntad publica para acabar con los problemas.

Pero esto es lo mismo para los ciudadanos,  porque ven que infringir la ley aquí no tiene pena, porque todos tienen un padrino que les resuelve, o dinero para comprar la impunidad de sus acciones. Por esta razón es que vemos que  los abusos que a diario se cometen, muchos con la presencia de la autoridad y otros incluso  por ella misma, suceden sin que podamos hacer nada, con impotencia y en ocasiones sufriendo de estos desmanes sin que podamos recurrir a un defensor del pueblo, a nadie que nos ayude.

Así vemos cómo en un día cualquiera  los choferes de carros públicos  (padres de familia)  se apropian de las esquinas más transitadas de la ciudad a esperar que los llamen para recoger un pasajero, y esto  frente a los Amet responsables de que esto no suceda, así como los motoristas deliverys que transitan en vía contraria, con la amenaza de que puedan ocurrir accidentes fatales, sin que pase nada. También es muy normal que en esta ciudad robarse una luz roja suceda sin consecuencias, lo mismo que doblar a la izquierda donde no se puede.

Así vemos los motoristas y acompañantes transitar sin cascos de protección,  recorriendo vías prohibidas como los túneles y elevados de forma temeraria, sin que pase nada. Además,  no es raro que a veces esos motoristas que violan las leyes son policías uniformados en servicio o no, dando un mal ejemplo y promoviendo que los ciudadanos  los imiten.

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