Sabemos que se impone una Reforma Tributaria, porque con las crisis que vive el Mundo por la COVID-19 y reconociendo la ingente labor que para combatirla está haciendo nuestro Gobierno, dando demostraciones palpables hasta para muchos opositores. Pero esta no es suficiente para enfrentar con buen éxito la deuda social heredada de siglos.

Emprender una reforma, en estos momentos constituye un riesgo enorme, como lo sería para cualquier Gobierno que estuviera en el Poder; nos preguntamos, Qué sería en esta coyuntura si en las elecciones próximas pasadas no se hubiera cambiado aquel Status quo?

Pasemos una suscinta revista acerca de la condición encontrada por el Gobierno el 16 de agosto de 2020:
Una Pandemia de covid 19 que ocasionó el lleno de todos los hospitales y clínicas privadas del país, donde la ciencia médica estuvo desprevenida sin cura conocida, con múltiples muertos y un pueblo viendo sus seres queridos desaparecer de los hospitales sin poderlos despedir por razones obvias.

Con toque de queda prohibitivo de realizar trabajo alguno porque debimos permanecer más de un año en los hogares, lo cual paralizó la economía.

Una deuda externa y otra interna prácticamente inmanejables, que obligó a tomar préstamos que la aumentaron peligrosamente.

Por estas y otras razones, luce imperativo dicha reforma, con la consecuente pérdida de popularidad inherente, por lo que, esta, tal como dijo el presidente Luis Abinader, debe recaer sobre los que más tienen, pero ahora debe ser ligera y posponer para otra ocasión el Pacto Fiscal, mientras se debe agilizar la Ley de Extinción de Dominio, así como también mejorar aun más la calidad del Gasto Público.