Aquel 19

Aquel 19

Julio fenece, casi termina y los avances de un calientísimo agosto se sienten. Octavo mes con su guerra de Restauración y el inicio de la legislatura. Mientras tanto, las efemérides de julio pujan por la mención y el riesgo de la reiteración cede para volver al 4, al 12, al 14, al 16 con El Carmen, La Trinitaria y la muerte del padre de la patria un 15. Julio y su 26, propio y ajeno, día de Padres y la obligada evocación de aquel 19. Sí, como el bolero de Reyes Alfau, grabado por decenas de voces y con autoría regateada. Porque aquel 19 que ya fue, hoy es nostalgia, residuo. Rescoldo de una historia que conquistó a la juventud urbi et orbi.
Después del arrebato de Sierra Maestra nada mejor que la conquista de Managua y el inicio de una nueva era sin Tachos, Tachitos ni Chigüines. Atrás quedaban 45 años de una depredadora y violenta dinastía familiar. Lúgubre esa saga somocista. Concupiscencia y poder aunados, inconmovibles en el solio hasta que los muchachos del Frente Sandinista de Liberación Nacional -FSLN- lograron lo inimaginable. Primero la huida de los atemorizados y vencidos, el día 17 de julio de 1979, convirtiendo la fecha en “el día de la alegría nacional” luego, el 19.
20 años después de la entrada triunfal del ejército Rebelde a Santiago de Cuba, capitaneado por Fidel Castro, ocurrió la proeza sandinista. La alegría atravesó estepas y cordilleras, selvas y lagos. Aquel 19 del 1979, convocó a hombres y mujeres, jóvenes y no tan jóvenes, provenientes de todos los lugares del planeta para convertir al país más grande de Centroamérica en santuario. La solidaridad y la ilusión ocuparon ese espacio lacustre, volcánico, con aguaceros diluvianos y terremotos que desbordan lagos, desnudan raíces, sepultan ciudades y arrodillan al más valiente.
40 años después el referente se pierde como si la profundidad del Momotombo lo engullera. Presente apenas en la evocación de testigos, en la remembranza del destierro. Dato mustio en el escritorio de historiógrafos para cotejar versiones. 40 años después la piñata, el desmadre, la vergüenza, lo que pudo haber sido y no fue. Intento heroico que se perdió en la bruma. El derrumbe que produjo la derrota del 1990 provocó el retorno de Daniel para imponer el danielismo, siempre con la coyunda de la Murillo, cómplice de un marido violador, madre que jamás quiso escuchar el grito desesperado de su hija abusada, desde los 11 años, por el comandante.
De aquellos sueños, de los ríos de leche y miel, de la patria rojinegra se escucha quedito: Ay Nicaragua, Nicaragüita, letras de los cantores de la revolución que auguraban el mañana feliz. Esas estrofas de los hermanos Mejía Godoy que ahora repiten en la calle los jóvenes protestantes. 40 años para que el politólogo Andrés Pérez Baltodano afirme: “el estado nicaragüense asume una serie de comportamientos, expresiones simbólicas y formas de organización, propias de las pandillas centroamericanas conocidas como «maras»: la esencia negativa de su identidad, el sentido de lealtad familiar que domina su cultura organizativa y la visión personalizada y territorial del poder.”
La epopeya se pierde entre retruécanos para explicar traiciones y represión. “Aquí en Nicaragua, todos tememos. No hay nadie que esté seguro de que no puede ser perseguido, reprimido, encarcelado…” lamenta el ex ministro de Economía durante los años dorados, comandante Carrión Cruz.
Es imposible negar la existencia de una época marcada por la violencia de Estado, por la imponencia del Norte revuelto y brutal que avizoró Martí. La región ensangrentada por el enfrentamiento irracional, con una secuela apocalíptica de mutilados, orfandad, cadáveres y sinrazón. La ideología zarandeada en busca de la utopía perdida. El arrojo de movimientos liberadores que apostaron a la eliminación de la inequidad. Combatidos, infiltrados, resistieron y también claudicaron. El temor al fantasma del comunismo, como excusa, apoderándose de islas, istmos, ciudades, campos. Patria libre o morir y el empeño se empañaba. 40 años después, de aquel 19 poco queda.

Publicaciones Relacionadas

Más leídas