Aquel campo de juegos

Aquel campo de juegos

Aquella mañana de domingo asistimos a Barahona invitados a un acto del programa radial “Orientación  Popular”, del doctor Praede Olivero Féliz; era noviembre de 1998. Se me entregaría un reconocimiento.

La fresca mañana de otoño nos acompañó en el viaje que realizamos: Miriam, mi mujer, nuestro primer hijo Julio Heberto e Iván Emilio, el primero de los nietos.

Uno cuenta sus hazañas deportivas, las más de las cuales ocurrieron antes de que nacieran los hijos. Ellos pueden creer o no las anécdotas, las memorias, las historias de nuestros éxitos, pero uno los cuenta y los repite porque a medida que avanzamos en edad tenemos menos cosas nuevas que contar, especialmente en el campo de los deportes.

A los míos siempre les relataba y les repetía aquellos dos jonrones kilométricos, uno a Francisco (Panchito Boché) Féliz y otro a un amigo de quien sólo recuerdo el apodo: Bolívar, así se pronunciaba.

Lo que más lejos tenía era una de las mejores sorpresas de esa mañana novembrina: el panegirista sería el Coronel Cuerpo de Bomberos Luis (Tachuela) Sánchez.

¡Cuántos gratos recuerdos surgieron al verlo¡ ¡Cuántas jornadas de competencia¡ en aquel campo de béisbol, cuyo duro terreno estaba lleno de filosas piedras que aprendimos a sortear, hasta cuando nos deslizábamos en las bases¡

Luis Sánchez pertenecía a ese escaso número de personas para quienes la importancia de los deportes no estaba en la dirección, en la organización, en la práctica, estaba en el espíritu de solidaridad, unión, ejercicio del cuerpo, salubridad de la mente.

Ello no quiere decir que no jugara. Lo recuerdo en la segunda base. Pero más lo veo con su uniforme siempre limpio el domingo en la mañana, afanando porque el campo estuviera debidamente marcado, tarea que ejecutaba Marino Nicolás Lembert Méndez con una precisión de ingeniero y con una dedicación permanente.

Cuando le correspondió hablar, Luis, acompañado del oficial Cuerpo de Bomberos, Femo Augusto, jonronero de tiempos anteriores a los míos, expresó: verlo ahora convertido en… y se deshizo en elogios sobre tareas que he desempeñado con amor, dedicación y esmero sin esperar más reconocimiento que, como le dijo José Martí al Generalísimo Máximo Gómez: la probable ingratitud de los hombres.

De lo expresado por Luis lo más importante para mí fue cuando dijo: dio el palo más grande que se produjo en ese pley.

Miré a los míos que me acompañaban como si les dijera: ¿lo ven? Alguien recuerda aquellas hazañas que les cuento.

Ahora que leo y veo que se fue Luis, recuerdo al  amigo leal, al deportista a tiempo completo, al hombre bueno.

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