Aquel déficit fue mucho peor

Aquel déficit fue mucho peor

Los que abogan por crear en la ciudadanía la percepción de que un déficit fiscal es sinónimo de robo, fraude, corrupción, etc., y que por ende sus responsables deben estar tras las rejas, sin detenerse a profundizar en su origen, la superficialidad de sus planteamientos terminará ahogando sus intenciones.

Querer juzgar el déficit per se, sin querer mirar sus contrapartidas, le quita elegancia, prudencia y racionalidad a los cuestionamientos, porque por encima de todo, los hechos están ahí, las obras son activos tangibles que nadie puede llevárselas en un bolsillo para su casa o depositar en una cuenta bancaria en el extranjero. Tratar un tema tan delicado como el del déficit fiscal con medias verdades, intrigas, persecuciones morales, etc., desdice de quienes muestran tales “preocu paciones”.

 EI déficit cuasi fiscal creado en la administración del agrónomo Hipólito Mejía, por el mal manejo dado a la quiebra de varios bancos privados, creó al país mayores estragos económicos que los que señalan los críticos del dejado por la administración Fernández. Ninguna de las voces que hoy abogan por el aniquilamiento moral del presidente Fernández por lo del déficit fiscal, en aquella ocasión no se escucharon exigiendo explicaciones al presidente Mejía, mucho menos acusándolo de corrupto par el hoyo creado en el Banco Central, utilizando recursos públicos para cubrir una quiebra bancaria del sector privado.

Lo peor de todo es que esos recursos públicos ni siquiera los tenía el agrónomo Mejía en las arcas del Banco Central. Irresponsablemente puso en marcha su imprenta y lanzó al mercado más de cincuenta mil millones de pesos inorgánicos, que es lo mismo que decir sin respaldo en la producción nacional. ¿Cómo le llamarán a eso los cuestionadores del déficit fiscal dejado por la administración Fernández? ¿Es justo utilizar recursos públicos para atender una quiebra privada? ¿Y quién autorizó al agrónomo Mejía a hacer uso de tanto dinero público al margen de la Ley Monetaria y Financiera? ¿Debió ser juzgado por ello?

Aquel déficit desató una espiral inflacionaria que es el peor impuesto que pueden padecer las clases más necesitadas y la clase media, encareciéndose escandalosamente los productos de la canasta familiar. El déficit actual mantiene esta variable económica en niveles imperceptibles para la población. Aquel déficit desapareció de la actividad productiva a miles de pequeños y medianos productores y comerciantes, que no aguantaron el descalabro de la tasa cambiaria. Después de ocho años de Leonel, la tasa cambiaria sigue por debajo de los niveles en que la recibió de parte del agrónomo Hipólito Mejía y los negocios aún crecen.

El déficit actual no ha impactado en nada esta importante variable económica. Aquel déficit disparó el costo del financiamiento, impidiendo que precisamente la clase media que hoy pide la cabeza de Fernández en plazas y parques de la Capital del país, pudiera acceder al crédito privado para satisfacer necesidades fundamentales de ella, como son el financiamiento de un apartamento o de un vehículo. El déficit actual mantiene tasas accesibles al financiamiento, haciendo posible el sueño de nuestra clase media.

Mientras aquel déficit sumió al país en la miseria, el actual surge como consecuencia de un incremento en el gasto y las inversiones del gobierno, que están ahí y son medibles y cuantificables. Como afirma James K. Galbrait, profesor de la Lyndon B. Johnson School of Public Affairs, de la University of Texas, refiriéndose al déficit fiscal de los Estados Unidos:

“Desde 1790, (con qué frecuencia ha dejado el gobierno federal de incurrir en déficit? Seis cortos periodos, todos seguidos de recesión. (Por qué? Porque el gobierno necesita el déficit, es la única manera de inyectar recursos financieros en la economía. Si no incurres en déficit, lo que haces es vaciar los bolsillos del sector privado». Aquel déficit no solo aniquiló los bolsillos de la población, encadenó al país a pagar los platos rotos por otros a cambio de nada, 0 mejor dicho, a cambio de alta inflación, alta tasa del dólar, altos intereses, sin que puedan mostrar una sola obra realizada con el mismo.

Si los que protestan por el actual déficit fiscal fuesen equitativos al momento de sus exigencias, esos que están pidiendo la cabeza de Leonel por haber dejado un déficit soportado por una gran cantidad de obras  físicas e intangibles, qué exigirían si descubren que el agrónomo Hipólito Mejía origino un déficit de más de cincuenta mil millones de pesos sin siquiera dejarle al país una sola obra visible producto del mismo?

Aquel déficit fue mucho peor, todavía estamos pagando las consecuencias del mismo, a tal grado que parte del actual es consecuencia de aquel. Pero los dominicanos somos así, olvidamos fácil, al grado que algunos defensores de aquel déficit y condenadores del actual, llegan al descaro de insultar al comandante Delio Gómez Ochoa por su solidaridad con Leonel, como si su entrega por la causa libertaria del pueblo dominicano pudiese borrarse de la historia por un simple gesto de solidaridad. ¡Qué pequeños se vuelven cuando despotrican contra un héroe de esa naturaleza, y qué grande se erige la figura del comandante!

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