Aquella tragedia repercute hasta hoy

<p>Aquella tragedia repercute hasta hoy</p>

FIDELIO DESPRADEL
Como dije, Manuel García Saleta (Puchito) era miembro y alto colaborador del 14 de junio. Muy amigo de Manolo, al igual que toda su familia, y un conspirador nato, inclinado a la acción directa. Con sus 40 y más años en los días de la insurrección, Puchito tenía la experiencia que no teníamos el grueso de los integrantes del 14 de junio. De ahí el papel crucial que jugó en aquellos días, tanto en lo referente a la seguridad de Manolo como a la confidencialidad en las cuestiones más delicadas.

Puchito me narró los detalles de las conversaciones que sostenía Manolo con algunos de los miembros del Comité Central, en especial la larga conversación con Polo, así como las contadas reuniones que Manolo sostuvo en aquellos días de, entre ellas con el Capitán Calderón, sub-jefe de las fuerzas anti guerrilleras y simpatizante del 14 de junio y Manolo.

Tres cosas más tomo de mi conversación y del artículo de Puchito. Primero: Este me dijo que en ningún momento Manolo se reunió con Mario Read Vittini, como éste afirmó en su documento en Hoy. Segundo: Tal como dice en su artículo en Hoy (A Fidelio Despradel), Don Emilio de los Santos, quien había conspirado contra Trujillo junto con el padre de Puchito, le dijo, después del asesinato de Manolo, con lágrimas en los ojos: “Que todos los que estaban en la Presidencia eran responsables del crimen; que lo engañaron como a un niño; esa acción fue aprobada por todos ellos a espaldas mía y ordenaron el exterminio de todos los componentes de ese grupo”. Y tercero: Que “tenían que haber extranjeros en esa decisión” (Puchito se refería a funcionarios norteamericanos).

Otro aspecto que quiero resaltar de mi conversación con Puchito fue el siguiente: en uno de sus frecuentes viajes a Jamaica y Francia, enviado por Manolo, a Puchito le tocó conversar con el que en aquel momento era el Secretario General del Partido Comunista Francés (no nos acordamos del nombre), y en esa conversación, éste le preguntó acerca de la edad promedio de los miembros del 14 de junio. Puchito le dijo que “habían personas maduras y jóvenes”. El veterano dirigente francés le dijo que en una organización revolucionaria se necesita un determinado nivel de experiencia, que sólo lo aporta la edad y los años dedicados a la lucha revolucionaria, en medio de las más disímiles situaciones.

En realidad, Puchito se quedó corto al describir al 14 de junio. La edad promedio de los altos dirigentes y militantes del 14 de junio de aquel entonces, no pasaba de los veintitantos años. Manolo, uno de los “más viejos”, tenía 28 años cuando se convirtió en líder de la organización clandestina. Y Monchi, el guerrillero más joven, tenía 16 años.

Quiero resaltar también que en su artículo en Hoy (Contribución a la Historia), el Dr. Casals Victoria dice en uno de sus párrafos: “Habían personas en el gobierno que intentaban convencer a los militares de que era indispensable asesinar a los insurrectos como medio de lograr el reconocimiento del gobierno de Washington al gobierno surgido del golpe”. Asimismo, sé que Tony Raful, en la nueva edición de su libro sobre el 14 de junio (que está terminando) incluye documentos desclasificados por Washington, donde se profundiza esta afirmación y se confirma el papel de los norteamericanos en los hechos de sangre de aquellos cruciales momentos de nuestra historia reciente.

Prometo escribir una serie de artículos sobre la infraestructura militar clandestina del 14 de junio, su preparación y la situación en que se encontraba al momento de la insurrección. Asimismo, escribiré sobre algo que trato sólo implícitamente en estos artículos, y ello es que en el mes de marzo de 1962, terminó de prevalecer en la dirección de la infraestructura y del 14 de junio la concepción de los siete frentes guerrilleros, en contraposición a otra concepción, que veía el inicio de la lucha armada revolucionaria desde otra concepción, donde la guerrilla debería estar integrada por lo que algunos llaman “guerreros”, o sea, revolucionarios bien preparados para los duros momentos de toda la etapa de implante de los movimientos guerrilleros, y que apoyan esas tesis, precisamente, en la propia historia militar revolucionaria del pueblo dominicano, desde Enriquillo, los guerreros y campesinos de la Guerra Restauradora, hasta hoy en día.

He escrito estos cinco artículos con la intención dejar claramente establecido que el país heredó de Trujillo, no sólo una cultura sino también grupos que en aquellos años denominamos “oligárquicos” (Juan Bosch los calificaba de “Tutumpotes”) que se formaron a la sombra de Trujillo; que aprendieron con Trujillo la práctica del oligopolio y de la utilización del Estado para potenciar sus negocios, y que hay un hilo conductor entre la tragedia que se inició con el golpe de Estado contra Bosch y el asesinato de Manolo (pasando por la intervención militar norteamericana de 1965) con el rumbo y el modelo que se le impuso al país desde aquellos años, hasta el día de hoy. ¡Ese es el aspecto fundamental que necesitamos comprender, para poder orientar las luchas de hoy.

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