Aquellas navidades…y estas

Aquellas navidades…y estas

Sobre qué escribieron nuestras pioneras sufragistas de vanguardia en la Navidad? ¿Acaso detuvieron sus anhelos, sus acciones, sus incidencias en la afanosa misión de la obtención de los derechos civiles y políticos, en igualdad de condiciones, para nosotras, las dominicanas que le precedemos y sobrevivimos? O, ¿cómo las féminas que en la actualidad vindican por los derechos sexuales y reproductivos, la abolición del matrimonio infantil, la seguridad alimentaria, la justicia social, entre otras luchas, continuaron hilvando estrategias emancipadoras?

La relectura de sus narrativas y acciones correspondientes a la década de 1920 son reveladoras, pues, aunque intercambiaron escritos propicios sobre «Dios niño» (fábulas, cuentos, poesías, leyendas, anécdotas y recuentos bíblicos), en el ejercicio de derechos subjetivos en época de Pascua también argumentaron sobre la independencia entre cuerpo y espíritu, la red de prejuicios que les impedía alcanzar la ciudadanía y un amplio intercambio epistolar para afianzar sus organizaciones y redes feministas.

Infatigables, incansables… En aquellas navidades -tal cual las de este 2020- también organizaban el activismo venidero, a sabiendas de las barreras que les tocaría derribar en procura de ser libres.

Así, el 25 de diciembre de 1922, Petronila Angélica Gómez (1883-1971) dedica su editorial al entonces superintendente de Enseñanza, licenciado J. Ortega Frier, para invitarlo a combatir el egoísmo cual vía de la necesaria profilaxis social. Además, en «El medio ambiente social II», la maestra normal y periodista enfatiza en que una de las causas por la cual las mujeres no puedan ocupar cargos públicos es la siguiente: «El hombre que ha progresado se le permite tener independencia entre el cuerpo y el espíritu»…
«Es decir, estar en capacidad natural de procurarse sin que ninguna fuerza extraña absorba, disminuya o anule su capacidad de ser útil a los demás hombres»… ¿Sucedía igual con las mujeres?

Un año después, en «Feminismo y mujeres», Petronila se avoca a la genealogía de feministas de Chile, en especial la AGENCIA de Martina Barros Borgoño (1850-1944), para enumerar la red de prejuicios que envolvía a las mujeres impidiéndoles extender en toda su amplitud «las alas de su inteligencia y de su espíritu»; (…) «las conveniencias sociales nos rodean con un círculo díficil de franquear», escribe para la Navidad de 1923, al ver su causa en el espejo chileno.

Con la ilusión infantil de remitir cartas de buenos deseos y solicitando regalos, nuestras pioneras feministas se intercambian misivas augurando bienaventuranzas y compromisos.
Una muy emblemática fue escrita en la Navidad de 1926 por la maestra normal Rosa Semester (1874-1945), revelando que pese al bajo salario que devengaba dedicaría horas para aportar a la causa feminista en esa temporada navideña, especialmente, enviando sus ideales para que la revista Fémina los publicara.

En definitiva, aquellas navidades nos revelan que siempre es tiempo de encausar nuestras AGENCIAS por las pendientes autonomías.

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