LOURDES CAMILO DE CUELLLO
Recientemente me he encontrado con varios antiguos lectores, quienes dicen recordar con agrado mis artículos publicados en el Listín Diario. Se trataba de aquellas «Cartas a don Rafael» en las que pretendía dar algunos consejos para un mejor uso de las palabras y la sintaxis del español; también acerca del uso de dominicanismos en el lenguaje coloquial.

Escribí durante unos seis años una columna fija que salía todos los domingos. Fruto de ella sería mi pequeño libro «Pautas, usos y costumbres en el lenguaje dominicano» y otro organizado, pero no publicado.

En verdad fui muy consentida. Así como lo fueron aquellas muchachas de don Rafael Herrera, como él nos llamaba: Marianne de Tolentino, Carmenchu Brusilof, Chiqui Vicioso y una servidora.

Supe llevarle una de mis contribuciones un sábado por la noche a don Rafael Herrera, ante mi sorpresa, no dudaría en detener el último cuerpo del periódico con miras a que apareciera al otro día.

Muchos de mis lectores solían buscar mis cartas no por el contenido gramatical sino por lo que subyacía en casi todos. Don Rafael apenas los leía. Hasta que en una ocasión motivada por un anuncio publicitario escribí que por qué para triunfar había que fumar.

Desde ese momento don Rafael se tomó en serio mis artículos. Me preguntaba ¿qué me traes ahora? Y yo muy inocente le hablaba de asuntos gramaticales.

Nunca más los entregó a diagramación sin antes leerlos exhaustivamente.

Pero, debo decir que sólo en una ocasión me retuvo la publicación de uno de ellos. Hacía alusión a una persona que había usado explosivos adjetivos, epítetos peyorativos, denostaciones y extravagancias contra un contendiente.

Los usaba para aplastar y con ello denotaba su arrogancia y poca humildad.

Sé que don rafael, con criterio paternal, me protegía de un intolerante, y siempre se lo agradeceré.

Ejercer la democracia es respetar a los demás, respetar sus opiniones y buscar consenso.

Nada más.