MARIEN ARISTY CAPITAN
Llega la cuenta atrás. El año está a punto de finalizar y entonces, como un mensajero de infortunios y malos presagios, surge el fantasma de lo que dejamos pendiente. Es entonces cuando volvemos a mentirnos: esta vez, aseguramos, sí cumpliré todo lo que me proponga.

Cansada de propósitos que quedan en la retórica, este nuevo año he decidido romper con los hábitos absurdos y, para estar segura de que al menos lograré ese cometido, decidí no proponerme absolutamente nada.

Quizás quien lea estas líneas pueda pensar que no tengo ambiciones, que perdí la inspiración o sencillamente enloquecí. En lugar de ello, pueden estar seguros de que estoy siendo más sincera que nunca. Y es que, en un país en el que uno oye que todos proponen, insisten, ofrecen… y no cumplen, ¿vale la pena proponerse aquello que ni siquiera te permitirán alcanzar?

Uno de los mejores ejemplos que tenemos a la mano, a la hora de hablar de propósitos, tiene que ver con el Presupuesto de Ingresos y Ley de Gastos Públicos correspondiente al 2007: aunque mucho se habló de favorecer al área educativa en todos sus niveles, a la Secretaría de Educación Superior, Ciencia y Tecnología (SEESCYT) apenas le asignaron RD$3,642,233,425, de los cuales hay que descontar RD$2,457,243,802 que irán a la “administración de activos, pasivos y transferencias”.

Aunque al principio no entendí de que se trataba este acápite, luego supe que en esa partida se incluye la que se asigna a la Universidad Autónoma de Santo Domingo (UASD), que absorbe el 90% del presupuesto de la cartera (este año tendrá, si el Congreso Nacional aprueba el presupuesto como fue enviado por el Poder Ejecutivo, algo más de RD$2,300 millones); y las subvenciones que le dan a las demás universidades del país.

Reduciéndole los gastos corrientes, hay que ver lo que le quedará a la SEESCYT, que definitivamente es la cenicienta de la educación dominicana. Y con esto se puede comprobar que, aunque la palabra competitividad fue una de las más gastadas durante el 2006, no existe una verdadera intención de capacitar a los jóvenes dominicanos para ser realmente competitivos.

Para avalar nuestras palabras vamos a desglosar algunos aspectos del presupuesto de la SEESCYT: en el área de educación superior tendrá RD$72,909,735, entre los cuales destinará RD$537,740 a la regulación, supervisión, control y evaluación de la educación superior; mientras que para los servicios de ciencia y tecnología dispondrá de RD$17.779,143, de los que sacará RD$29 mil para el fomento de la ciencia y la tecnología.

Por otro lado, el gobierno dice a boca llena que uno de sus principales objetivos es reducir la brecha entre pobres y ricos y mejorar las condiciones de vida de la población, este objetivo se parece mucho a cualquiera de los propósitos que nos hacemos cuando inicia un nuevo año: no sale del papel.

De ser así tendríamos que se habría hecho más justicia también con la UASD, que había solicitado un presupuesto de RD$6,057 millones pero no recibirá ni siquiera la mitad de esos recursos. Al ver esto uno se pregunta: ¿de qué sirve tener un Aula Magna de mármol si luego no cuenta con el dinero necesario para promover la investigación, la perfección académica, la producción y las condiciones en que se ofrece la docencia?

Pero al hablar de presupuesto, sin embargo, tampoco se puede hablar alto y decir que logramos tal o cual asignación: como los deseos, el presupuesto siempre queda trunco porque la ejecución nunca le hace justicia. Vale recordar, con un ejemplo que llama a la indignación, que en el 2006 le descontaron RD$854 millones que le correspondía a la Secretaría de Educación para transferirlos al Metro.

Como aún no sabemos qué esperar de este 2007, creo que lo más prudente será callar. Recordemos que aún falta ver qué pasará con la famosa rectificación fiscal. Con ella gritándonos que tendremos que apretarnos los bolsillos aún más, creo que lo mejor es no proponerse nada. El tiempo, y sólo él, decidirá qué nos deparará este 2007.