Aquí las bonanzas climatológicas se convierten en tragedia

Aquí las bonanzas climatológicas se convierten en tragedia

Teófilo Quico Tabar

Resulta penoso que en un país como el nuestro, en el que la mayoría de los dominicanos le estábamos rogando a Dios y todos los santos para que lloviera, porque la sequía estaba acabando con la agricultura, la ganadería, y los niveles de agua para consumo humano llegaban a límites críticos, y cuando vienen las lluvias, casi todo se convierte en tragedia. Inundaciones, desalojados, muertes, tapones en las calles, etc. Y no me refiero a ciclones o huracanes, sino a aguaceros tropicales.

Las causas para que esas situaciones se presenten de forma tan frecuente son muchas, pero los principales responsables de que sucedan son las autoridades del Estado, que no toman las medidas preventivas y correctivas, no solo en cuanto a infraestructuras y recogida de basura y desperdicios, sino por la ausencia de educación cívica, ya que la ciudadanía puede jugar un papel determinante de colaboración, tanto en campos como ciudades.

No existen planes permanentes de corrección de problemas de desagües, ni tampoco una política clara de orientación o educación cívica, para que la ciudadanía tome conciencia de lo que significa tirar la basura en los lugares que pueden producir el taponamiento de los filtrantes y a su vez provocar inundaciones. Se gastan millones de pesos mensuales en propaganda que en nada contribuye a orientar cívicamente a la gente.

Resultaría más fácil, práctico y económico para el gobierno central y los propios ayuntamientos, iniciar campañas de concientización permanentes, con relación a lo que significa para la salud y el bienestar general la higiene personal y de las comunidades. Los perjuicios de tirar la basura y desperdicios, evitar la contaminación, y las enfermedades que ocasionan las aguas acumuladas que a veces sirve de distracción de los niños.

Y el problema se va haciendo cada vez más grave. Basta con caminar por las ciudades o ver desde los vehículos cómo se tira basura y desperdicios plásticos o de construcción en medio de las avenidas, parques, calles, carreteras, caminos y callejones como si nada. Clínicas y laboratorios que colocan sus desperdicios en las aceras y duran días sin ser recogidos. Y hasta el nuevo estilo de hacer necesidades fisiológicas al aire libre en cualquier lugar. No solo a la vista de la gente, sino en las calzadas o cunetas, que con las aguas se dispersan.

El Gobierno y los ayuntamientos deben corregir urgentemente las fallas, y prestarle atención al tema de la orientación ciudadana. En las escuelas, porque los niños aprenden y se convierten en correa de transmisión, pero también a través de los medios de comunicación, orientando a la ciudadanía mediante campañas hechas por expertos en comunicación. Sin politiquería y sin que algún aspirante pretenda sacarle ventaja.

Y cuando la campaña haya calado y exista verdadera conciencia, establecer sanciones a los dominicanos y visitantes que infrinjan esas disposiciones, porque afectan y ponen en peligro a las comunidades y sus habitantes. Pero además, porque la suciedad y las enfermedades alejan el turismo.

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