Aquí se veneró un cangrejo de oro

Aquí se veneró un cangrejo de oro

El dictador de Inglaterra Oliverio Cromwell, feroz mandón que disolvió las Cámaras y en el edificio donde funcionaban, puso un letrero que decía: “Se alquila esta casa”.

Decidió mandar sus “hackers” y sus “smuglers” en el 1655 al caribeño mar, a atacar y a saquear a la ciudad de Santo Domingo, entonces llamada la Atenas del Nuevo Mundo. Vinieron muchas naves bajo el mando de Mauricio Penn, padre de Guillermo Penn, el fundador de Pennsylvania. Las tropas para combatir y robar estaban bajo el mando de Guillermo Venables. El desembarco fue en Najayo. Lugar éste que cuando Rafael de San Cristóbal era el amo, motivó la música y la letra de un merengue, que pregonaba: “Es Najayo bello, sitio ideal, residencia veraniega del general”. Después cuando el súper-general desapareció, apareció allá “el doctor Toño Guayuyo”, que todo curaba a base de un extracto de la mística plantita.

¡Perdón que ya volvemos a la visita de los “hackers” y de los “smuglers” al caribeño mar, allá por el año de 1655. Y claro está que vinieron a saquear, a robar. Llegaron ellos hasta los terrenos que corresponden a la “ Plaza de la Independencia”. Pero los españoles los repelieron y retornaron a donde estaban ancladas sus naves. El bravucón Venables, hombre testarudo se decidió a organizar sus gentes, para volver contra la ciudad.

Y ahí fue donde los cangrejos, que por miles se criaban en las aguas de la desembocadura del río Haina, desempeñaron su histórico papel.

Los miles y miles de crustáceos decidieron movilizarse y en su desplazamiento chocaban unos contra otros. Y los choques de los carapachos producían un ruido tan especial que los invasores pensaron que se trataba de una fuerza española de caballería. El estruendo se confundía con los ruidos que provocan los broqueles y las herraduras.

Los centinelas huyeron y los soldados los imitaron. Todos corrieron a parapetarse en los barcos. El general Venables montó en cólera, e iracundo degradó a su ayudante el general Jackson. Y ahorcó a algunos de los que habían huido por culpa de los cangrejos. Y para evitar los castigos de Cromwells, se encaminaron hacia Jamaica y se apoderaron de ella. Pero el “terrible Protector de Inglaterra” no tomó en cuenta la adquisición de Jamaica, que llegaría a ser gobernada por el famoso corsario llamado “El Capitán Blood”.

Además como severo castigo, Venables y Penn fueron encerrados en la temida “Torre de Londres”.

Los españoles agradecidos fabricaron un cangrejo de oro. Y en la fecha conmemorativa de la derrota de los “hackers” y de los “smuglers”, lo sacaban a las calles de manera procesional.

Hasta lo llevaron a la Catedral Primada, como símbolo digno de los altares.

Pero se dice que cuando Napoleón hacia acá puso a volar sus águilas, el jefe Leclerc marido de Paulina Bonaparte, se enamoró del cangrejo de oro, para regalárselo a Paulina. La súper-fémina que posó desnuda para que Antonio Cánova, a golpe de cincel esculpiera la “Venus Imperial” de la galería Borghesse. Reflexión final.

“El que roba con un solo barco… Ese es un pirata. Pero el que roba con toda una flota… ese se llama Conquistador.

Y si aquí veneramos un cangrejo ¿Quién quita que aquí deifiquemos una golondrina, con ansias constantes de cielos lejanos?

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