Quince años con la selección nacional pudiendo haber jugado por Puerto Rico donde fue exaltado al salón de la fama de los Vaqueros de Bayamón, equipo donde se desempeña como gerente, eso habla de la entrega del Duende Western al equipo nacional.
Franklin Western también militó por años con los sancarleños y en la LNB con el equipo con sede en San Carlos y al final de su carrera dio buenos juegos con los Titanes donde se retiró en 2011 de la competición profesional.
Western nunca ha sido un tipo expresivo, siempre habló con sus canastos a la hora buena donde quiera que jugó baloncesto. Siempre fue buen compañero y nunca lo vi discutir una jugada con un árbitro.
En la selección nacional jugó siempre sin exigir dinero, en una etapa hasta llegó a ser maltratado y él siempre se ponía la chaqueta tricolor y aparecía con el canasto o los tiros libres cuando el equipo más lo necesitaba.
Contaré una de las tantas anécdotas que compartí con el Duende cuando me tocó ser gerente de los Titanes y el jugador. Un día se presentó lesionado de la espalda y teníamos que jugar un partido clave en La Romana. Al preguntarle si jugaría me contestó que sí porque nosotros necesitábamos 10 puntos de él esa noche y el Duende terminó con 20 y ganamos el juego. Su % de 63 en los juegos panamericanos nos arroja el resultado de que el Duende fue clave en esa medalla de plata histórica del 2003 sin temor a equivocarme la presea más sólida del equipo nacional de baloncesto quisqueyano.
Ser su edecán en la entrada a la inmortalidad es una de las grandes cosas que me han pasado en este maravilloso mundo de los deportes.