Ara, no pedestal

Ara, no pedestal

BONAPARTE GAUTREAUX PIÑEYRO
El amor, madre, a la Patria Es el odio al extranjero que la oprime José Martí.
Ese Martí que tanto aprendió de Bolívar, San Martín, Juárez, Duarte y otros grandes patriotas americanos escribió: de altar se ha de tomar la Patria, no de pedestal, ¿nuestro vino? !de piña, agrio, pero es nuestro vino! (cito de memoria).

En la Barahona de mi infancia se aprendía en todas partes, en las calles, en los parques, en los muelles, en las frituras, en las tertulias de los mayores, en la escuela, en los lugares de práctica de deportes y en la escuela.

Recuerdo aquella frase lapidaria: a los hijos se los educa desde el vientre de la madre, que se le atribuía a Napoleón.

La imaginación, la profundidad, la diversidad y la sabiduría popular andan de una mano.

No en balde los refranes se repiten desde antes de que Cervantes recogiera tantos en su inmensa obra El Quijote.

Azorín decía que la Patria se aprende con la geografía.

En una palabra: se quiere lo que se conoce.

Por eso es perentorio que todos conozcamos el pensamiento vivo de Juan Pablo Duarte, para que reafirmemos nuestra dominicanidad.  

La Patria es varia, tiene aristas, redondeos, simas, cimas, puntos luminosos y puntos de oscuridad cuando la traición y la negación de la libertad se imponen a la voluntad de la mayoría.

Caminaba por el Alto Manhattan, Nueva York, de casa de mis familiares a la oficina del periódico El Nacional, 40, 50 largas cuadras donde lo dominicano se ve en las vitrinas de centenares de negocios.

Sin siquiera entrar a los negocios veía la representación gastronómica de la Patria en los bienmesabes, en los dulces de coco, en los dulces de maní, en los quipes, en las habichuelas con dulce, en las jaleas de batatas, los jalaos, las bandejas de espaguetis con albóndigas, en los fritos de plátanos, verdes y maduros, en las apetitosas lascas de aguacate, en las muestras de yuca hervida.

A todo lo largo del trayecto: el merengue; ahora es la bachata y la fusión de ritmos caribeños que engrasaron la cintura de nuestras mulatas hasta que nos hacen sufrir de insomnio.

La Patria se forma con la unión de voluntades, una tras otra, hasta crear movimientos de opinión, juntas que luego van a los frentes de lucha donde sea necesario.

Juan Pablo Duarte lo entendió así. Por ello recurrió al teatro para juntar personas y propagar la idea de la independencia. Lástima que no estuvo en el lugar preciso en el momento justo.

Duarte y sus ideas son los grandes triunfadores de nuestra independencia, contrario a lo que dicen algunos descreídos, trasnochados seguidores del conservatismo de Tomás Bobadilla y Briones.

Sus ideas y sus acciones dieron origen al movimiento que se convirtió en un río botado que nadie pudo detener y cuando lo represan fuerzas extrajeras el pueblo halla los medios de rechazarlas hasta que las vence.

Si hubiera sido fácil dominar este país, los haitianos no habrían sido echados en 1844 y rechazados en 1849 y 1855; los españoles no habrían sido echados en 1865; los norteamericanos se habrían quedado más allá del 1924 o de 1966.

Son las ideas de Duarte que algunos entienden están dormidas, que viven, surgen y resurgen cada vez que la Patria las necesita para que podamos gritar que pese a todo: ¡aún hay Patria; Viva la República Dominicana!

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