Arde El Pomier

Arde El Pomier

POR  DOMINGO ABRÉU COLLADO
Nunca ocurrió antes. Pero como se puso de moda en este año, también se incendió el bosque que está sobre las cuevas de la zona más alta de El Pomier.

El sábado 26 de febrero, cuando estuvimos en el segundo encuentro convocado por la Nación Otomí y la Universidad Indigenista de México, y que aquí respaldamos reuniéndonos en las Cuevas del Pomier, nos sorprendimos al encontrar que había por lo menos cuatro puntos en los que se habían originado conatos de incendio, todos entre la Cueva del Puente y la Cueva Scarlet. Junto con Víctor e Iris Mondesert, y ayudados también por Johnny Lee y Patty, que asistieron a la actividad, logramos apagarlos.

Pero cuando volvimos el viernes 25, para escoger el lugar donde nos reuniríamos de nuevo y con el mismo propósito el 26 de marzo, encontramos que de nuevo habían dado fuego al área, esta vez llevando el fuego entre el lado norte de la Cueva Scarlet y  la Cueva La Cigua, sobre la Cueva Esplendorosa y junto a la Cueva del Símbolo.

Pero si hubo alguna duda, de que el incendio de la parte boscosa superior de El Pomier el día 26 de febrero había sido intencional, en la segunda visita ya no nos cupo interrogante alguna, puesto que encontramos hasta la hoguera en la que se encendieron las antorchas para introducirlas al bosque, colocándolas en las zonas donde habían troncos secos y hojarasca, de manera que se iniciara de nuevo el fuego en varios puntos, como efectivamente ocurrió.

Gracias a Dios y a que se trata de un bosque húmedo, el fuego volvió a apagarse sin que se lograran los propósitos de los interesados, no obstante haberse chamuscado cientos de árboles del entorno de las cuevas citadas.

El fuego sobre las cuevas del Pomier, así como muchos de los incendios que están ocurriendo en el país, fue intencional y sin el menor miramiento del daño que pudieran causar al elemento más importante de esas cuevas: el tesoro rupestre aborigen que éstas guardan.

El propósito de ese incendio, y de los demás incendios en el país, en general, es crear desestabilización, ingobernabilidad, igual a como ocurría con los incendios de cañaverales durante los años sesenta, cuando la producción azucarera a partir de la caña era la columna vertebral de la economía dominicana.

En estos momentos, y aprovechando el período de sequía –como ocurría en los sesenta– se da fuego a lo más preciado que tiene la economía del país: los bosques que producen el agua. Se intenta crear un caos que rebase cualquier expectativa en términos nacionales e internacionales.

Particularmente en El Pomier, se intentan dos propósitos: colaborar con el caos y viabilizar que los mineros de calizas retomen las zonas declaradas como protegidas por la existencia de cuevas y su interés arqueológico y rupestre.

Hemos denunciado ante la Subsecretaría de Áreas Protegidas y ante la Policía Ambiental la situación. Igualmente les hemos sugerido gestionar la suspensión de los permisos de explotación de calizas en la zona agredida, porque los mineros no entienden otra forma de comunicación sino es paralizándoles la minería.

Una cosa sí hay que tener clara. Ni los políticos, que están detrás de la motivación de los incendios, ni a los mineros de calizas del Pomier, les interesa la tranquilidad del país. El objetivo de los primeros es ejercer poder estén abajo o estén arriba. En tanto que a los segundos, a los mineros de calizas, su único interés es la explotación minera y asegurarse que van a tener calizas mientras vivan, y que los demás se salven como puedan.

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