Arden las barbas del vecino…

Arden las barbas del vecino…

JOSÉ BÁEZ GUERRERO
j.baez@codetel.net.do

La vocinglería de los políticos en campaña ha dificultado que los dominicanos dediquemos tiempo a pensar acerca de qué significa para nuestro país el cambio dramático que ha padecido el mercado mundial de alimentos en los últimos meses.

Aislados o protegidos por varios subsidios gubernamentales, los efectos de las alzas en los precios se han sentido mucho menos de su real magnitud. En otras partes, incluso bien cerca, la cosa está que arde.

Según un cable de The Associated Press fechado el miércoles pasado en Puerto Príncipe, “Haití es particularmente afectada por los precios de los alimentos, que han aumentado globalmente desde mediados del 2007 en un promedio del 40 por ciento. Con un 80 por ciento de su población luchando por sobrevivir con un ingreso de menos de dos dólares (1.26 euros) diarios, los crecientes precios representan una amenaza real a su frágil democracia”.

Pese a la presencia de miles de soldados de las Naciones Unidas de la fuerza que ocupa a ese país, los haitianos realizaron violentas manifestaciones durante casi una semana, parecidas a la poblada que tuvimos en 1984 durante un gobierno del PRD, con saqueos de tiendas y hasta ataques a los almacenes donde la ONU guarda alimentos de los que regala a los haitianos. Debe movernos a meditar el que gran parte de los alimentos vendidos en Haití provienen de la República Dominicana (huevos, pollos, embutidos, maltas y refrescos, pastas y panes, aceites y sazones). ¿Por qué, entonces, a pesar de toda la manigueta que vienen dando los políticos de la oposición para encender el ambiente y motivar protestas que resten popularidad al gobierno, mientras Haití coge candela, aquí la población rehúsa apoyar manifestaciones como la fracasada “huelga” del miércoles pasado? Me parece que el pueblo no es tonto y sabe que los aumentos en los precios no son culpa exclusiva del gobierno, y rechaza ser utilizado por políticos que quisieran lograr ganancia electoral de una desgracia internacional. Los precios suben por la debilidad del dólar, por la escasez mundial de ciertos productos, por los aumentos del petróleo y sus derivados como los fertilizantes, y otros factores que no controla el gobierno dominicano.

Comoquiera, los funcionarios responsables harían bien en ocuparse diligentemente de este asunto. Los subsidios no serán eternos, y el espejo de Haití está muy cerca como para ser ignorado. Estamos sobre aviso.

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