Areas comunes

Areas comunes

En este país se dan con mucha frecuencia casos de personas, inclusive extranjeros, que se apoderan de áreas comunes y violan los derechos de acceso de los demás.

Eso ocurre con los tarantines que alguna gente ha colocado en áreas de uso común o en las aceras, y no hay autoridad que repare en la transgresión que ello significa.

Ahora resulta que un extranjero, propietario de un negocio en Boca Chica, obstaculiza el acceso a un tramo de playa al que tienen derecho quienes frecuentan esta zona. Parece que nadie ha reparado en esta violación del derecho de circulación y acceso a los balnearios que tiene conculcados este extranjero, en perjuicio tanto de personas como de negocios.

La Unión de Comerciantes y Clubes de Deportes Acuáticos de Boca Chica afirma que los obstáculos colocados en la playa por el ciudadano extranjero afectan nada menos que a once negocios de playa que están al día en sus obligaciones fiscales.

Lo que ocurre con este ciudadano extranjero pasa también con dominicanos que tienen tarantines y paraguas en el litoral playero entre Andrés y Boca Chica. Se creen dueños de las zonas en que operan sus negocios y nadie les hace saber que no pueden violar los derechos de los bañistas.

Definitivamente, no podemos darnos el lujo de que cualquiera se pueda apropiar de las áreas comunes para explotar sus negocios. Desde luego, también tiene que ser modificada la voracidad fiscal de los ayuntamientos y otras instituciones que otorgan permisos desmedidos de explotación con tal de aumentar sus recaudaciones sin importar cuán groseras sean las violaciones que propician con esta actitud.

Fuego y dolor

Nuevos lesionados y daños hay que agregar a las estadísticas relacionadas con estallidos de fuegos denominados «artificiales». Esta vez la explosión se produjo en una caseta que era instalada en el ensanche Quisqueya y al menos una persona resultó con heridas y un supermercado y varios vehículos con cristales rotos y otros daños.

En esta ocasión los daños fueron menores que en otras oportunidades, cuando personas, inclusive menores de edad, han perdido la vida o quedado horriblemente mutilados.

Sin que implique adelantarse a los hechos, los padres deben estar atentos para evitar, en la medida que les sea posible, que sus hijos adquieran y manipulen estos artefactos. Comoquiera, por más que se hable del asunto, siempre hay quien autorice la venta de estos efectos, cuyos daños no son en nada artificiales.

En este país es asombrosamente fácil adquirir y procesar pólvora y otras sustancias nitradas para producir fuegos «artificiales» cuyo poder nada tiene que envidiarle a cualquier pertrecho de guerra. También es asombrosamente fácil que cualquiera se coloque en una acera a vender artefactos de estos con toda libertad, a pesar de supuestas prohibiciones y regulaciones.

La aspiración nuestra es que no se produzcan accidentes o incidentes en que los daños y lesiones sean determinados por fuegos artificiales. Sin embargo, al paso que vamos, debemos estar preparados para la posibilidad de tener que engrosar la lista de quemaduras y mutilaciones.

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