Areas protegidas

Areas protegidas

POR AMPARO CHANTADA
Los ecologistas que defienden la integridad de las áreas que fueron declaradas «protegidas», denuncian que la estabilidad ecológica y económica del país esta amenazada porque se mutilan parte de esas áreas.

La mutilación, según ellos, significaría la irremisible pérdida de acuíferos, la destrucción de ecosistemas costeros y la obligación a un modelo de turismo que elimina la libre inversión, reduce la capacidad de carta y niega a la población el derecho constitucional al libre acceso.

Lamento, decirles, que esa posición es errónea. Es, al declarar esas «áreas protegidas» que se atentó a la estabilidad ecológica y económica de esas zonas y del país, de los bienes que soportan, incluyendo la población, y no lo contrario. Esto no quiere decir, que apruebe las barbaridades técnicas que se cometen con las modificaciones operadas pero comprendo, ya que es el Senado que las hace y no la Secretaría de Medio Ambiente.

Esto para que se entienda, que no es un problema ambiental o ecológico, es un problema social, que el Senado quiere regular.

Ahora bien, el conservacionismo a ultranza, mostrado por el Grupo 14, conduce a asumir una posición conservadora, un tanto demagógica que busca el respaldo de las poblaciones recién captadas al ecologismo, postura fundamentada en la «pasión ecológica» o un fundamentalismo ecológico, próximo a la sensiblería de la fetichización de la naturaleza.

El movimiento ambiental dominicano carece de base filosófica sólida, desde su fundación y por lo tanto, a través de los años, solo ha podido obstaculizar proyectos de desarrollo, en nombre de la conservación. Nunca se situó en el campo de la política, excepto en Bonao en el movimiento por el 5% y hay razones, para esto. La conservación no puede ser la única política ambiental de República Dominicana, impuesta además, desde el exterior. Y es, lo que está ocurriendo hoy sabemos que la cobertura boscosa se mantiene, los ríos se desbordan, es decir que no hay problemas ecológicos naturales en RD. hay amenazas ambientales por modelo de desarrollo vigente, por la privatización de los servicios ambientales, pero es otro tema.

El conservacionismo, en general, obvia el análisis del modelo económico, percibe la realidad a partir de la fragmentación del conocimiento científico, no analiza de manera holística la naturaleza y por lo tanto, no cuestiona la producción del espacio, ni el espacio político y menos aún la política del espacio. Emergió hace algunos años, un pensamiento de la complejidad espacial, a partir de métodos interdisciplinarios, la ecología social, porque el estudio de una realidad compleja, como el ambiente, no se deja aprehender a partir de las visiones parcializadas de los paradigmas disciplinarios.

Desde esta nueva percepción del conocimiento y del desarrollo como procesos complejos, se construye un pensamiento crítico pero a su vez, alternativo, en búsqueda de nuevos estilos de convivencia y de desarrollo. Ese debe ser el norte de los nuevos ambientalistas, actuar coherentemente, situarse en el debate ideológico, Norte-Sur y pensar en un modelo «de desarrollo» basado en las riquezas de la Nación que concite emocionar y despertar las conciencias, no solas ecológicas, sino sociales, de las nuevas generaciones.

La cuestión ambiental no remite solamente a la necesaria protección y conservación de la flora y la fauna, sino que cuestiona toda la sociedad básicamente el modelo de desarrollo y de apropiación de los recursos naturales y la acción del Estado (su sombra en el espacio), a través sus políticas de clasificación y de normativas de los espacios: parques, reservas, áreas protegidas, etc. La falta de política de desarrollo local, regional y nacional, la falta de institucionalidad, de continuidad en las políticas, el uso del Poder para un continuo proceso de acumulación y de ascenso social, la falta de nacionalismo o de coherencia regional en las rondas de negociación en particular las que concierne la integración económica, la enajenación de los bienes de la Nación a partir de la extensión de la propiedad privada y su consecuente privatización, son los responsables de lo que estamos presenciando: áreas del territorio nacional sujetas a maniobras por grupos sociales en ascenso, que congelan la propiedad, un tiempo cuando conviene (declarando áreas protegidas), la tierra se revaloriza por lo tanto, para después desregularla y extender la propiedad. Es una vieja guerra que inicio el régimen del Dr. Balaguer y que sus destructores de ayer, imitan hoy. Las condiciones de «protección» sólo han preservado el derecho al título de propiedad y además han revalorizad las rentas y condiciones de plus valía, a partir de las intervenciones del Estado, que tuvieron por efectos, la destrucción de las estructuras agrarias tradicionales y de formas antiguas de ocupación del espacio, procesos acelerados de urbanización y de metropolización gran consumidores de tierras (o de naturaleza), la imposición de nuevas modalidades de producción (zonas francas, puertos francos, enclaves industriales y turísticos), lo vemos, el acondicionamiento e la Cueva de las Maravillas o del Hoyo de Pelempito, resultan inversiones insignificantes en comparación, pero forma parte de ese proceso.

El espacio no se produce como un kilo de azúcar o un metro de tela. No es tampoco la suma de los lugares y sitios de los bienes que lo componen: tortugas, caimanes, manglares y corales, tierras, playas y acuíferos. Esto son, la condición y el resultado de relaciones sociales y en particular de relaciones de propiedad (del suelo, de la tierra) ligadas, como decía, Henri Lefebvre, a las fuerzas que «fabrican» esos sueldos o esas tierras: el espacio es social y con la globalización se debe decir, los espacios, con su cantidad de bienes y personas, capitales y otros recursos. A pesar de algunas similitudes, la pobreza, no es lo mismo. Parque Jaragua y Parque del Este, hay procesos de revaporización diferentes, por lo tanto de inserción en la globalización, diferentes.

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