Arelis M. Rodríguez Quiñones

Arelis M. Rodríguez Quiñones

POR NELLY RAMÍREZ
Su definición del éxito es ayudar a los demás a desarrollarse, ser mejores y exitosos en la vida, porque entiende que es una manera de sentirse también exitosa, feliz y orgullosa de ella misma. «No es posible hablarle a la gente de participación y equidad, cuando ésta no tiene ni siquiera con qué comer», afirma Arelis M. Rodríguez Quiñones, quien desde el nacimiento de la Fundación Falconbridge en 1989 está al frente de ésta desarrollando programas comunitarios en la zona rural de la provincia Monseñor Nouel y La Vega.

Su vocación e interés de servir a los más necesitados, dice haberlo heredado de su madre, a quien define como una mujer de gran corazón, visionaria, de gran empuje y tenaz.

De niña recuerda a su madre como la «matriarca de la familia», donde todo el que tenía un problema terminaba confiándoselo. «Siempre vi que en casa, si éramos cinco mi madre cocinaba para diez, para dar a los demás. Me crié con ese ejemplo de mis padres».

Cuando habla de la Fundación que dirige, lo hace con la ternura de una madre que ve a su hijo nacer, crecer y fortalecerse cada vez más. Una singular dulzura matiza cada expresión suya.

La misión principal de la fundación, afirma Arelis M. Rodríguez Quiñones, es motivar, especialmente a las mujeres rurales, a superarse como personas productivas y como seres humanos, para lo que cuenta con una división de engorde y crianza de reses, cerdos, producciones agrícolas, talleres, micronegocios y fondos para préstamos, manejados directamente por las propias mujeres.

El 90% de las actividades que desarrolla la organización es a beneficio de los más necesitados, y, aunque su fuerte es con los grupos campesinos de la provincia Monseñor Nouel –Bonao- y La Vega, participan en proyectos de interés nacional, entre éstos el Plan Sierra, desde hace 11 años.

Fuera de estas jurisdicciones la fundación comparte sus experiencias, desarrollando modelos, en los que se incluye la participación de los campesinos y los niños.

Estos programas de desarrollo rural están dirigidos específicamente a las asociaciones de mujeres, a las que ofrecen oportunidades para ejecutar proyectos que aumenten sus ingresos, a fin de que puedan mejor su calidad de vida, expresa.

El primer proyecto desarrollado por la entidad fue en la comunidad el Palmarito, en la provincia Monseñor Nouel, donde han incentivado a miles de mujeres a superarse, tanto en los negocios como en su preparación personal. «Nuestro programa de préstamos a mujeres que deseen tener sus micro empresas o negocios, lo iniciamos con un fondo de RD$ 100.000, y en la actualidad asciende a dos millones de pesos, de cuya cartera facilitamos préstamos solidarios».

«Nosotros capacitamos y alfabetizamos, pero sobre todo trabajamos con el ser humano como persona: una mujer que sienta que vale, que aumente su autoestima, sus ingresos y que dirija mejor a su familia; estos son los componentes que nosotros llevamos a cabo. Es un trabajo muy hermoso, porque cuando cambias la calidad de vida de mamá, tú estás cambiando la de la familia completa. Tenemos un compromiso con la nación, una visión de lo que queremos que sea el país dentro de 20 30 años, y, aunque reconocemos que es un trabajo difícil, repetitivo, hacer mucho de lo mismo y con constancia, nos gustaría hacer algo nuevo todos los días; el trabajo de la educación para reformarla es a largo plazo».

Iniciativas conjuntas

Hace seis años la institución inició un programa conjunto con la Fundación Rockefeller de Nueva York, denominado Dominican Comunity Bridge Found, el cual tiene como objetivo recibir donaciones desde los Estados Unidos para desarrollar actividades en el país relacionadas a las áreas de educación y la salud. «Ésta surgió hace seis años de un grupo de mujeres dominicanas residentes aquí y en Nueva York, cuya presentación formal se hará a final de año en esa gran urbe, y luego aquí en República Dominicana».

Este proyecto trabajará tanto aquí como con dominicanos residentes en los Estados Unidos, para que puedan tener más participación de sus riquezas a través del trabajo, la formación y participación cívica. Los fondos que se generen mediante este acuerdo serán dirigidos al desarrollo de los dominicanos aquí y allá, es por eso que este programa se denomina puente porque va en dos direcciones».

La fundación trabaja también con el Instituto Oncológico Doctor Heriberto Pieter, a través del cual desarrollan un hermoso programa denominado Prevención de Cáncer a Mujeres Rurales. Éste ofrece chequeos y tratamientos, en caso de que lo necesiten, a más de 5.000 mujeres directamente en sus comunidades. De igual forma lo hacen con el Institute for Latin American Concern (ILAC) en Santiago de los Caballeros.

Junta directiva

La integran además de Arelis, Sergio Chávez, Alexander Medina, Rosa María Mañón, Rafa Cáceres, Enrique Lithgow, monseñor Francisco José Arnáiz, Eduardo Fernández, Ariel Pérez, Manuel Arsenio Ureña y otros más.

La política de la institución la determina el grupo que integra la junta, y Arelis la ejecuta.

«El desarrollo de una nación es la educación»

Desde su nacimiento, la Fundación Falconbridge ha desarrollado programas de apadrinamiento de escuelas, área en la que por su amplia experiencia, han empezado a asesorar a otras empresas en el ámbito nacional, para que esta práctica sea diversificada. Han trabajado también con la Secretaría de Educación, en cuanto a las reformas educativas, especialmente en el nivel básico.

En la actualidad la entidad ha apadrinado unos 121 centros educativos, alrededor de 2.000 maestros y 75.000 niños, en los niveles de preescolar y nivel inicial

«Nosotros fuimos los pioneros en implementar los preescolares en los centros públicos en 1989, aunque hoy día todas las escuelas deben tenerlo por ley. Para esta categoría de enseñanza contamos con profesores altamente entrenados, no sólo en técnicas pedagógicas, sino como persona, porque cuando tú eres mejor persona, haces mejor y con más amor lo que debes hacer. Nuestros preescolares no tienen nada que envidiar a los privados».

«Esto es lo que más disfruto de los programas que desarrolla la institución; cuando yo veo a esos niñitos, cuyos familiares están muy orgullosos de que entren al preescolar, compran con amor sus uniformes y útiles escolares, una sabe que ahí hay esperanza de que nuestro país cambie y que los más pobres también tienen oportunidad para una educación de calidad. Esto me emociona grandemente y me hace sentir orgullosa de lo que hago; a esto le pongo el corazón, porque es una tarea que no es solamente técnica, aquí es necesario tener compasión, respeto hacia los demás, la dignidad de la gente y entender que el hecho de que esa persona no tenga fortunas vale igual que los demás y que se puede aprender mucho de ella».

«En la medida que tú destacas a esa gente, que por lo regular nadie cree en ello, una se da cuenta de la transformación total que se da; y sentir que tengo el poder de transformar aunque sea una sola vida de vez en cuando, me hace la mujer más feliz».

Entiende que el desarrollo de una nación es la educación, «si alguna vez tuviera en mis manos la dirección de ese sector, trabajaría incansablemente por éste y por la equidad, para que todo el mundo tenga la oportunidad de prepararse, tú no puedes hacer a todo el mundo rico, pero sí le puedes dar las herramientas para el tipo de vida que él o ella elijan»,dice.

Exhorta a las empresas a que desarrollen proyectos tendentes a capacitar personas, para que haya mano de obra de mayor calidad, «mientras más preparados estén los empleados, mejor rendimiento tendrán. Es necesario también concienciar al Estado de que la educación no se puede politizar y que debe mantenerse al margen, y dedicarle más presupuesto».

«Una escuela es como una casa en la que diariamente hay que invertir.

Yo abogo porque el sector educativo reciba mayor presupuesto, se despolitice y que los secretarios de esa cartera, si trabajan bien, no se les cambie cada cuatro años, puesto que en ese tiempo no es factible desarrollar un programa. Y lo digo por experiencia, nosotros como fundación vemos resultados positivos después de diez años de arduo trabajo».

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