Arenga verde de Don Enrique Armenteros

Arenga verde de Don Enrique Armenteros

Desde 1989 don Enrique Armenteros hizo suyo un sueño verde al fundar  Progressio la Reserva de Ébano Verde y la Reserva del ex-río Camú, entonces el afluente principal de la Ciudad Olímpica de La Vega, hoy una cloaca nauseabunda y altamente tóxica, una cañada pestilente, un desastre ecológico mayúsculo, como lo son Yaque Norte y Sur, Yuna, Nizao, Sanate, Chavón, Higuamo, Jaya, Moca. Todos.

Pero lo peor de todo este desastre ecológico absoluto es que ningún gobernante ha dispuesto una regeneración de los principales afluentes del país, por entender que la reforestación no aporta votos; gravísimo error.

Sin necesidad de entregar tantos esfuerzos en  favor de tantos durante tanto tiempo, con una dimensión humana laudable, don Enrique Armenteros, una de las figuras prominentes del empresariado y de la preservación ecológica de cuya amistad no he disfrutado, ni siquiera lo conozco, ha conseguido en esa jornada altruista  no solo promover una reserva de ébano verde, madera preciosa nativa en vías de extinción, como la decencia y el decoro y, concomitante, nutrir la cabezada del Camú, que es agredido inmisericorde e incivilmente a su paso por La Vega, como Yaque del Norte lo mismo en su discurrir por Jarabacoa y la estocada de muerte cuando circunda a Santiago de los Caballeros como un cinturón, pero no el que inspiró a Juan Lockward, sino el actual deplorable, esmirriado y tóxico.

Exhortó este caballero como un quijote de la era cibernética a salvar al Camú, a cuidar nuestros almacenes de agua que son las estribaciones montañosas donde nacen nuestros sistemas hídricos; a valorizar el rol señero del agua, cuidarla como si fuesen nuestros hijos para que ellos y sus hijos y los hijos de sus hijos disfruten de un entorno verde y nuestro petróleo incoloro, diferente a como hoy presenciamos aterrados su dantesco panorama.

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