Argentina honra a Aníbal Troilo en sus 100 años

Argentina honra a Aníbal Troilo en sus 100 años

Buenos Aires. Argentina rinde homenaje a quien siempre será el mayor bandoneón de Buenos Aires, el compositor y músico argentino Aníbal “Pichuco” Troilo (1914-1975), figura esencial del tango, al cumplirse hoy el centenario de su nacimiento.

Desde la primeras horas del día y hasta bien entrada la noche, Aníbal Troilo, emblemático bandoneonista, será recordado con numerosos conciertos y muestras de arte en distintos rincones de la capital argentina.

El Gobierno porteño organizó varios eventos para honrarle, entre los que destaca “Pichuco, interpretación gráfica de Aníbal Troilo”, una exposición de dibujos del artista Hermenegildo Sábat.

Los actos de conmemoración del nacimiento del artista también incluirán la inauguración de un monumento al fuelle, en el barrio tanguero por excelencia, El Abasto, donde nació Troilo y vivió Carlos Gardel, otro de los símbolos de la música popular argentina.

Pichuco, apodo que le puso su padre y que es un derivado de la palabra “picciuso”, que en napolitano significa “llorón”, compuso la música de más de cincuenta tangos, entre los que se destacan “Sur”, “Che, bandoneón” y “Pa’ que bailen los muchachos».

“Troilo es uno de los tres ejes fundamentales del tango, junto a Gardel y Astor Piazzolla. Son figuras esenciales que, si no hubiera existido el tango, hubiesen sido otra cosa, ni mejor ni peor, pero otra cosa”, aseguró a Efe Francisco Torné, nieto de Zita Troilo, esposa del músico, y a quien Pichuco estimó como a su propio nieto.

El nombre de Troilo es al fuelle lo que el tango a Buenos Aires, y por eso Torné, junto al presidente de la Academia Nacional del Tango, Horacio Ferrer, lograron en 2005 que el Congreso argentino decretase el 11 de julio como el Día del Bandoneón y ahora buscan que la Unesco reconozca internacionalmente esa fecha.

“Antes de ponerme el fuelle en las rodillas, me ponía la almohada de la cama. Hasta que un día fuimos a un ‘pícnic’ al que habían llevado a dos bandoneonistas y, cuando se fueron a comer, agarré un bandoneón y me lo puse en las rodillas. Esa fue la primera vez. Yo tendría nueve años”, confesó en alguna oportunidad Troilo.

A lo largo de su carrera, Pichuco trabajó junto a las mejores plumas del 2 por 4, como José María Contursi (“Mi tango triste»), Enrique Cadícamo (“Garúa»), Cátulo Castillo (“El último farol») y Homero Manzi (“Barrio de tango»), a quien lo unía una gran amistad, más allá de lo profesional.

Tan profunda fue la relación que entablaron Troilo y Manzi que, al morir este último, Pichuco compuso uno de sus temas más reconocidos, “Responso”, en memoria de su amigo poeta.   A la hora de hablar del arte de Troilo, Torné explica que “tenía todas las facetas de un gran artista».

Por eso, no es “un sólo detalle” el que permitió al músico desarrollar “una personalidad y esencia indiscutidas y fácilmente identificables».   “Quizá existen intérpretes que en virtuosismo son mejores en el bandoneón, pero lo que Troilo logró, el llegar al corazón con dos notas, eso no lo consiguió más nadie”, sostiene el nieto del artista.

De Pichuco se resalta su solidaridad como artista, ya que numerosos músicos y cantantes que dieron sus primeros pasos en el tango como miembros de su Orquesta Típica lograron después una exitosa carrera como solistas.

Tal fue el caso del “cantor” Roberto “Polaco” Goyeneche, con quien Troilo grabó los discos “Nuestro Buenos Aires” (1968) y «¿Te acordás Polaco?” (1971).   El bandoneonista actuó junto a casi todas la figuras tangueras de su época.

Ejemplo de eso fue la emblemática dupla que lo unió a Astor Piazzolla y de la cual surgieron las versiones, “a dos bandoneones”, de las canciones “Volver” y “El motivo».   “Raza de uno”, dijo sobre Troilo, en su poema “El gordo triste”, el escritor argentino-uruguayo Horacio Ferrer, y esa es, para Torné, la mejor definición posible de Pichuco, “un artista único e irrepetible».

En el centenario de su natalicio y a casi cuarenta años de su muerte, Troilo es homenajeado no sólo en la capital argentina sino también en más de cien ciudades de todo el mundo, como Sydney, Monterrey y Toronto, porque Pichuco, como él mismo alguna vez escribió, siempre está llegando.