Aristide atribuye su caída al racismo

Aristide atribuye su caída al racismo

JOHANNESBURGO (EFE).- El antiguo presidente de Haití, Jean Bertrand Aristide, acusa a Francia y a Estados Unidos, en una entrevista publicada ayer, de haber fomentado la rebelión que le obligó a abandonar su país para demostrar que los negros no son capaces de gobernarse.

«¿Es porque somos negros que no quieren que salga la verdad sobre nosotros?», preguntó retóricamente, en la entrevista con el dominical sudafricano «Sunday Independent».

«¿Es porque Haití tiene tantas posibilidades económicas que hoy quieren que seamos militarizados, destrozados?», continuó Aristide, quien fue recibido el pasado día 2 en Sudáfrica para una «visita» de carácter indefinido, tras dos meses de exilio en la República Centroafricana y en Jamaica.

Según Aristide, los dirigentes políticos y sociales de las grandes potencias «han pasado 200 años ocultando la verdad con respecto al primer país negro independiente del mundo».

Por tanto, no es de extrañar que boicotearan y dificultaran la celebración del segundo centenario de la independencia de Haití, en enero pasado, sostuvo.

Además de Francia y EEUU, Aristide culpa a la ONU por haber «dado su bendición» al «golpe de Estado» de febrero pasado.

Sin embargo, «no pretendemos confrontar sino consultar, y por tanto estoy disponible para acometer un diálogo constructivo con la ONU, con EEUU y con Francia. La única forma de evitar daños a su imagen es que vuelvan al modelo democrático», dijo.

Señaló que miles de haitianos siguen manifestándose para el regreso del «presidente democráticamente elegido» y recuerda el lema «un ser humano, un voto».

Aristide denunció «una enorme campaña internacional de desinformación» para calumniarlo, y negó, en particular, que hubiera tomado medidas para reprimir la prensa.

Sobre el asesinato misterioso en abril de 2000 del periodista de radio Jean Leopold Dominique, dijo que se trataba de «un hermano».

Afirmó, además, que aquellos que querían derrocarlo suministraron armas a sus partidarios más fervorosos, los «Chimeres» (airados), para fomentar así enfrentamientos armados con los opositores radicales, llamados «Caníbales».

El ex sacerdote, expulsado de su orden en 1995, sigue predicando el amor.

Recordó que tras su elección, en 1990, había sólo 34 escuelas secundarias en Haití, mientras que ahora se cifran en 138, y preguntó «*esto no supone el amor?».

Aristide defendió su decisión de legalizar el año pasado la práctica del vudú, argumentando que la libertad de religión es tan importante como la libertad de expresión.

«Si te quiero, tengo que permitirte que reces de la manera que quieras», explicó.

Negó que hubiera roto con la fe católica y afirmó: «la mejor forma de mostrar que soy un buen católico es continuar dedicando mi vida a los seres humanos».

Aristide afirmó que las condiciones en Haití se han deteriorado desde su marcha forzosa, señalando que «cuando salí de Haití un saco de arroz costaba 150 gourdes (4,53 dólares/3,77 euros) y ahora cuesta 500 (15,10 dólares/12,58 euros).

Aristide, su esposa, Mildred Trouillot, y sus dos hijas, Christine y Michaelle, de siete y cinco años, se han instalado en una residencia oficial que el Gobierno sudafricano mantiene en la capital, Pretoria, para invitados.

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