Aristide, primer líder elegido en elecciones libres en Haití

Aristide, primer líder elegido en elecciones libres en Haití

Jean-Bertrand Aristide sabe lo que es luchar por la vida. Nacido en un hogar pobre, sobrevivió a varios atentados contra su vida cuando era un sacerdote que patrocinaba rebeliones, y fue derrocado en un golpe pocos meses después de convertirse en el primer líder de Haití electo en comicios libres.

Ahora, enfrentado a una insurrección que ha matado a más de 50 personas y desestabilizado su país caribeño, el acosado líder se niega a ser desalojado del palacio presidencial por segunda vez.

«Me iré del palacio el 7 de febrero del 2006», insiste Aristide, de 50 años.

El jefe de estado haitiano nació en una zona rural de la población sureña de Port Salut. Su padre, un campesino, fue linchado cuando Aristide era un bebé. Lo acusaron de usar magia negra para cometer actos maléficos.

A los 6 años de edad Aristide fue albergado por sacerdotes de la Orden Salesiana. Como parte de sus estudios sobre teología y psicología viajó a la República Dominicana, a Canadá y a Israel.

Aristide aprendió francés, latín, inglés, alemán, español y hebreo, pero toda su elocuencia la despliega en el dialecto creole, que usó para alentar a los haitianos a alzarse contra la dictadura de la familia Duvalier, que se prolongó 29 años.

Pese a la oposición del ejército, de líderes empresariales, terratenientes y de Estados Unidos, Aristide se convirtió en 1990 en el primer presidente democráticamente elegido en Haití. Fue derrocado ocho meses más tarde.

Exiliado en Estados Unidos, Aristide realizó una exitosa campaña para que las Naciones Unidas impusiera sanciones al régimen que lo derrocó y para una intervención militar a fin de restablecerlo en el cargo. También se defendió de las acusaciones de la CIA que era un psicópata incapaz de gobernar Haití.

El presidente de Estados Unidos Bill Clinton envió 20.000 soldados para reinstalarlo en el poder en 1994, pero insistió en que respetara los límites de su mandato constitucional y abandonara el cargo en 1995.

Aristide escogió a su sucesor, Rene Preval, y fue considerado el poder detrás del trono hasta que fue reelecto en el 2000. Los comicios estuvieron afectados por una baja participación de votantes y por un boicot de la oposición.

Donantes internacionales suspendieron el envío de cientos de millones de dólares en ayuda luego que su partido, la Familia Lavalas, triunfó con amplio margen en elecciones legislativas consideradas fraudulentas.

Partidos opositores se niegan a participar en nuevas elecciones a menos Aristide renuncie. Y los combatientes que iniciaron una sangrienta rebelión el 5 de febrero dijeron que no abandonarán las armas hasta que sea derrocado.

El escritor haitiano Laennec Hurbon dijo en una época que Aristide era «la encarnación de un sueño colectivo». Pero ahora, señala, el presidente lo ha obligado «a un doloroso despertar».

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