Aritmética y encuestas uruguayas

Aritmética y encuestas uruguayas

La aritmética simple, las encuestas políticas y el entusiasmo del pueblo dicen que el próximo 29 de noviembre, José “Pepe” Mujica será electo Presidente de la República Oriental del Uruguay. El conteo final de votos de la primera vuelta, luego de la revisión detallada, le dio 49.34 % al Frente Amplio (FA) con el que logró mayoría parlamentaria absoluta.

 Aún en el caso de que los conservadores de los Partidos Blanco y Colorado sumaran su votos de la primera vuelta, no serían suficientes, aritméticamente, para evitar que el FA continúe la obra de gobierno iniciada por el presidente Tabaré Vásquez. La frustración ha llevado a la impotencia a los sectores más conservadores. Por eso desarrollan ahora una campaña sucia tratando de vincular a “Pepe” Mujica con un arsenal de armas encontrado en Montevideo. Tratan así de llevar a la mente de los uruguayos la idea de que la elección del candidato del FA llevaría al país a una etapa de violencia. Es una vieja maña de la convivencia entre blancos y colorados que han aplicado desde los años 1970.

En realidad, los antecedentes del “Pepe” con el MLN-Tupamaros no es lo que preocupa a la derecha recalcitrante uruguaya. Es una actitud semejante a la de los reaccionarios de Brasil, de Bolivia y de Venezuela. A esos no les preocupa el origen social de Lula, ni de Evo ni de Chávez. El origen social no determina la posición política de alguien. Lo que realmente importa son los intereses que estas personas defienden. Si el metalúrgico Lula, el sindicalista Evo, el guardia Chávez y el florista Pepe se hubieran empeñado en defender los intereses de las oligarquías tradicionales, habrían sido protegidos, aplaudidos y su origen humilde presentado como prueba de lo liberal que es el establishment dominante. Como muestra de esto último podría presentarse al muchacho de Villa Juana que gobierna en República Dominicana o al mulato que ocupa la Casa Blanca en Washington. A pesar de sus orígenes, defienden los intereses de los peores enemigos de sus respectivos pueblos. Y por eso son protegidos, aunque presionados permanentemente para que no se les ocurra cambiar de opinión.

El imperio y sus aliados reaccionarios se niegan a admitir en América Latina que los verdaderos representantes del pueblo sean capaces de gobernar una nación. Todo elemento progresista que asume la administración del Estado, llámese Lula, Evo o Chávez, tiene que demostrar a diario que es capaz de gobernar eficientemente sin que puedan utilizar como atenuantes los enormes y permanentes obstáculos que el establishment inventa para que fracasen. Y lo mismo hará con “Pepe” Mujica en Uruguay desde que asuma la Presidencia porque continuará y mantendrá los avances logrados bajo el gobierno del Frente Amplio.

Definir a “Pepe” Mujica es bien sencillo. Primero, es un viejo sabio que ha sabido adecuarse a los tiempos sin traicionar su pasado ni negar a sus líderes históricos. Sorprende la sabiduría natural de este tipo que se pasó la mitad de su vida en la cárcel y como dirigente tupamaro. Goza de credibilidad en el seno de su pueblo porque no es un hombre de discursos demagógicos. Se arriesgó cuando había que arriesgarse, cuando la indiferencia política era inaceptable. Puso su propia carne en el asador cuando mayor era la represión aplicada por los que ahora le disputan el poder. Asombra la sencillez con la que plantea el “Pepe” un proyecto de nación a largo plazo para Uruguay. El conocimiento adquirido y la cultura que demuestra desbordan su forma campechana y humilde en que vive en un campito donde siembra flores para ganarse la vida.

Una frase del “Pepe” evidencia su visión. Decía algo como que el peligro para el futuro de Uruguay es que naveguen a vela y dejen que el viento los lleve hacia donde sople. Asegura el próximo Mandatario que tratará de componer el motor que les permita tomar el rumbo que más le convenga a ese pequeño país y poder entonces sortear cuanta tormenta se les presente en el camino. Siempre comportándose  bajo el loco encanto de su preclara sensatez y de sus inmensas sabiduría y humildad.

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