Armamentismo y violencia

<STRONG>Armamentismo y violencia</STRONG>

El deterioro de la seguridad pública y la falta de confianza en la efectividad de las autoridades ha llevado a muchos ciudadanos a adquirir armas de fuego. El Estado, que es responsable de garantizar seguridad, en vez de disuadir el armamentismo, para atenuar uno de los precursores de violencia, ha aprovechado la tendencia para obtener ingresos fiscales, convirtiendo en dos licencias el permiso único que existía y aumentando los costos de obtención de las licencias.

Una consecuencia de la facilitación de la adquisición de armas legales queda evidenciada en el estudio   “Efectos del armamentismo en la República Dominicana”, de los profesores  Mayra Brea de Cabral y Edylberto Cabral, ambos de la Universidad Autónoma de Santo Domingo. Según ese estudio, entre los años 2000 y 2011 la legalización de armas en el país se incrementó en 557%. Este crecimiento aumentó notablemente los ingresos fiscales, pero también los factores influyentes en la violencia.

Ahora que el Gobierno esboza planes para disminuir la violencia debería considerar seriamente la gran influencia del factor armamentismo en las agresiones y crímenes con armas de fuego. Hay que plantear seriamente un programa de confiscación de armas clandestinas o ilegales y endurecer los castigos por su tenencia, pero también hay que restringir el acceso a las armas legales, aún a costa de un sacrificio fiscal.

Incidentes lamentables

Las diferencias entre dos facciones del Partido Revolucionario Dominicano llegaron ayer a las vías de hecho, con un balance de ocho personas heridas, seis de ellas por proyectiles de armas de fuego y dos por contusiones. Los incidentes violentos en el entorno de la Casa Nacional de la organización política, en la avenida Jiménez Moya, son un suceso lamentable e indeseable en la situación que sacude a esta organización política.

Nuestra democracia tiene en el PRD uno de sus principales soportes. Las pugnas internas debilitan a esa organización y, de alguna manera, lesionan la robustez de la democracia representativa y el sistema de partidos políticos. Los liderazgos en pugna deben meditar sobre el daño que le hacen a su agrupación y a la democracia con no ser capaces de armonizar intereses. Lo deseable es que los incidentes de ayer no pasen de ahí y que impere la sensatez.

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