“La gente no sabe si soy el loco que viste así o soy el tipo sobrio, formal, serio”. Así se expresa, de entrada, Domingo Batista, sobre su forma de vestir y la percepción que se pueda tener por su osadía.

Domingo es un “producto artístico” y como tal, según dice, debe tener un elemento que llame la atención, que provoque el interés de la gente hacia su figura.

Pese a su vestuario estrambótico, se define como sobrio, formal y serio. En su armario, muy bien organizado, hay toda clase de colores: desde el impecable blanco hasta el rojo chino. Esos tonos los usa en trajes, chaquetas, calzados y camisas,  colocado en segmentos diferentes de su closet. En un lado lo clásico, en el otro el color… ¡mucho color!

En este aspecto se da el caso de que  mucha de su vestimenta es producto de regalos de modistos  que lo han tomado como musa en la realización de sus diseños. Entre éstos citó a Arcadio Díaz y Santiago Iglesias, dueño de La Coruña.

Tony Mena, su sastre desde hace años, transformó su estilo cuando Domingo lo indujo a crear ropa  en colores tan atrevidos. Para los momentos que exigen sobriedad  prefiere el traje clásico.

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Forma de vestir

Es una justificación un tanto filosófica, porque le permite usar un vestuario con tonos irreverentes sin perder sus principios de hombre serio, educado y alegre, una formación inculcada por sus padres y que jamás abandonaría. Observando su armario ¡Vivir! constató que en él escasean las corbatas, solo hay tres colocadas en un diminuto corbatero, las medias no existen, pero sí posee muchas chaquetas y camisas con el sello de su tierra tropical.