Armas en aulas

Armas en aulas

El año lectivo culmina bajo el impacto que causa en la atención de la sociedad un balance sobre la violencia en escuelas públicas y la incautación en zonas escolares de unos objetos que nada tienen que ver con el aprendizaje y distan mucho del uso que se da a los lápices y los cuadernos.

El período docente cierra con un total de dos muertos, 30 heridos y 25 víctimas de atracos, dijo el departamento de Policía Escolar en el saldo de sus servicios en unas 60 escuelas del Distrito Nacional y la provincia de Santo Domingo.

Aunque las aulas son lugares para que el conocimiento fluya en paz, lo que el cuerpo de orden halló en algunas de ellas y sus entornos fue “500 punzones, machetes ‘sacahígados’, pistolas de fabricación casera, sevillanas y revólveres” en poder de jóvenes que se agrupan en violentas pandillas que denominan “naciones”.

La Secretaría de Educación se ha declarado en alerta roja, para un plan piloto que incluiría la colocación de detectores de metales a la puerta de escuelas, como en algunos sitios de Estados Unidos donde la conducta destructiva de niños y adolescentes ha sido preocupante también.

Aquí al parecer vamos por ese camino, pero una de las tareas de detección que las autoridades locales aplicarán debería estar orientada al hallazgo de la paternidad responsable en los adultos vinculados a los alumnos.

En el informe sobre la violencia escolar se resalta la participación de portadores de armas que apenas llegan a 17 años de edad, que seguramente fueron registrados en los planteles por adultos con los que era necesario establecer una relación de obligaciones recíprocas. Así deberían exigirlo las normas de funcionamiento de las escuelas.

Alguien tiene que responder, desde los hogares, por esos chicos. La paternidad responsable debe renacer. Los hombres y las mujeres no solo tienen derechos. También deberes.

Una prueba para todos

Se genera otra preocupación en el ámbito educativo que tiene más que ver con la función de los colegios privados aunque también se relacione a los centros públicos.

Trascendió la preocupación entre padres y maestros sobre la posible difusión o tráfico previo de los temas que contendrán las venideras pruebas nacionales.

Se trata de textos que no deberían conocerse anticipadamente porque, como es lógico, su divulgación haría ineficaces unas evaluaciones que es necesario aplicar idóneamente.

En su amplitud y universalidad, estos exámenes finales pueden servir no solo para certificar los niveles de asimilación de los alumnos sino también la calidad pedagógica de los maestros y las escuelas.

Ahora, más que antes, hay que tomar en cuenta, en todo lo que representan, las fallas de los métodos de enseñanza como causa importante de los bajos índices de los egresados.

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