En El Seibo, recientemente, una discusión por asuntos de tránsito degeneró en una balacera que dejó tres muertos y dos heridos de gravedad. Ayer, en Santiago, una disputa por el control de un punto de drogas fue dirimida a tiros y murieron dos personas, una de ellas un niño de cinco años de edad. Otras cinco resultaron heridas en ese incidente. En estos casos, la agresividad y la posesión de armas son denominador común muy letal.

En unas declaraciones para este diario, el patólogo forense Sergio Sarita Valdez deplora la abundancia de armas de fuego en manos de la gente, la facilidad de acceso a estos artefactos. Para hacer ese razonamiento se apoyó en el hecho de que en 2014 la mayoría de las 900 muertes registradas en el Distrito Nacional fue provocada por disparos de armas de fuego. A su juicio, es necesario un control más riguroso y efectivo sobre las armas de fuego.

La agresividad es una patología entre muchos dominicanos, y la facilidad de acceso a las armas de fuego, lejos de mejorar el factor seguridad, lo deteriora más de lo que está. Es terrible ver que un percance de tránsito sin mayores consecuencias propias, degenera en una balacera con balance trágico por la agresividad de gente que tiene en su poder un arma de fuego. Hay que emplearse a fondo para restringir el acceso a las armas y moderar la agresividad de la gente.

HAY QUE VIGILAR MEJOR LA FRONTERA

Por no haber asumido a tiempo y con el debido carácter la vigilancia de la franja fronteriza, hoy tenemos el grave problema del abundante ingreso al país de indocumentados, principalmente haitianos. Lo que tenemos hoy es el resultado de haber visto por demasiado tiempo la franja fronteriza como un pasaje para la lucrativa transacción ilegal de mercaderías de todo tipo y el degradante tráfico humano.

Ahora, por causas más coyunturales que de rigor institucional, las autoridades dan cuenta del arresto y repatriación de más de diez mil indocumentados haitianos en menos de un mes. Eso explica el altísimo número de indocumentados que hemos acumulado con los años. Hay que asumir la vigilancia fronteriza con toda la seriedad que requieren los asuntos de soberanía, de seguridad nacional.