Armas peligrosas

Armas peligrosas

Claudio Acosta

El asesinato, delante de su propia hija, de un comerciante  de Cristo Rey al que sus asesinos despojaron de la pistola que portaba con permiso legal, nos vuelve a recordar que exhibir  un arma de fuego en este país   expone a un riesgo de muerte a su portador. Lo vemos a cada rato en los  periódicos, y  aun así los ciudadanos insisten en exponerse a la acechanza alevosa de los desalmados, que no respetan ni a guardias ni a policías, también víctimas frecuentes de sus cobardes emboscadas. Alguien me dirá que, dada la ostensible incapacidad de la Policía para enfrentar a una delincuencia desbordada y envalentonada, hay que entender el  afán de los ciudadanos por andar armados y “protegidos”, pero también existe un componente cultural, el machismo-leninismo del hombre dominicano, que probablemente sea mas determinante de ese peligroso exhibicionismo  de lo que nos gustaría reconocer.  Hace algún tiempo el Procurador General de la República, Francisco Domínguez Brito,  exhortó  a los propietarios  de armas de fuego a que se abstengan de mostrarlas  en público, pero es obvio que esa exhortación se la llevó el viento. ¿Resolverá ese problema la Ley de Armas que se discute actualmente en el Congreso Nacional?   Está claro  que un problema tan complejo (multicausal o multifactorial, le dicen ahora) como la delincuencia  y la violencia que la acompaña no se va a resolver con recetas simples o inmediatistas, pero en lo que llega una Ley de Armas que regule su porte y tenencia, o la Policía se convierte, por obra y gracia de una reforma que no acaba de cuajar, en una institución moderna, eficiente y confiable, conviene que  se insista en convencer a los ciudadanos de que portar un arma de fuego,  lejos de protegerlos de una eventual agresión de  los delincuentes los convierte  en su principal blanco, con el agravante de que para llevarse la pistola o el revólver primero le arrebatan  la vida.

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