Armas y libertad

Armas y libertad

PABLO NADAL
El porte y tenencia de armas necesita en nuestro país una nueva reflexión. Que conduzca a una conciencia ciudadana y a una nueva directriz para la actuación del Estado. Y desprenda el asunto como un componente de las necesidades fiscales.

Las armas en poder de la ciudadanía deben ser principio para su defensa. Personal, familiar y colectiva. Frente en primer lugar contra los intentos de tiranía del poder central y el militar. Y como complemento en los casos de desorden social y las actividades continuas de la delincuencia. La historia está llena de capítulos sobre las armas y la libertad. En un sentido y en otro.

Esto no quiere decir que las armas no tengan registros, control y supervisión. Esto es imprescindible. Pero también debe abarcar las armas oficiales y las ilegales especialmente dentro de los agrupamientos del crimen organizado.

Es risible ver y oír cuando hay un estado crítico de violencia en el país que el remedio del Estado es retirar las armas privadas legalizadas y aumentar el pago de los impuestos de los permisos. En vez de estudiar las estadísticas cómo se han producido los hechos y de que tipo de armas provenían. Entre ellos verificar el uso de las armas oficiales y disponer medidas para que no sean portadas en horas fuera de servicio de la fuerza pública y que no sean asignadas como regalo político, incluso de alta potencia. Esto evitaría que muchas armas que el Estado entrega sean usadas para abusos personales, para prepotencia de instituciones y de funcionarios civiles y militares y para solucionar problemas vecinales o domésticos.

Pero hay algo más en las campañas de desarmes. No se dan informaciones de los resultados de la reducción de la posesión, importación, comercio y producción de armas ilegales, sobre las cuales hay conciencia pública y hasta su exhibición a plena luz del día por gangas barriales y organizaciones criminales.

La violencia no es producto de que haya solamente armas legales. Sino de que hay armas que son usadas sin la bendición de la ley, la mortal y el debido respeto a la libertad y la muchas veces contra la ley y la Constitución.

La democracia conlleva el porte y tenencia de armas por la ciudadanía. No puede entenderse una democracia sin ese derecho. El desarme simple y puro es la fuente de la tiranía y al imperio de la criminalidad organizada (léase bien, la oficializada y la mafiosa). Es una reflexión pendiente para la República Dominicana.

En resumen, la libertad de tenencia de armas es el debido contrapeso que la Democracia puede y debe ofrecer al ciudadano común frente al uso abusivo de las armas del Estado de forma institucional y personal y la tolerancia oficial activa o pasiva de la delincuencia criminal.

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