Arnaiz resalta papel social de educación

Arnaiz resalta papel social de educación

Los pueblos que no invierten generosamente sumas considerables en educación, tendrán luego que invertir sumas mucho más dispendiosas en juzgados, cárceles y hospitales, aseguró ayer monseñor Francisco José Arnaiz.

Arnaiz pronunció una homilía en la Catedral Primada de América durante la misa conmemorativa del día del maestro, que contó con la asistencia de la vicepresidenta y secretaria de Educación, Milagros Ortiz Bosch, maestros y funcionarios de la cartera.

Durante su sermón, Arnaiz señaló que el precario salario que devengan los maestros los convierte en mártires del sistema educativo.

«El mundo, mis queridas maestras y maestros, debiera ser mucho más consciente del valor y la trascendencia de su abnegada y difícil labor y esa conciencia y estima debiera manifestarse en la remuneración económica. No es así. Dios lo sabe y se lo recompensará. En el día de los protomártires de la Iglesia de Roma, Dios los considera a ustedes como una especie de mártires de la educación», dijo Arnaiz.

Por otra parte, el prelado resaltó el noble y trascendental trabajo que hacen los educadores. «El magisterio no es un oficio. Es una excelsa vocación. A ella, como hicieron los protomártires de Roma con su fe, ustedes se han entregado y entregan diariamente sus vidas, sus ilusiones y energías».

Afirmó que el individuo nace débil, inerme, desvalido, precario, inhábil y pasivo, y que la escuela lo convierte en persona fuerte, capacitada y positiva para la sociedad.

Esto es, señaló, gracias al trabajo admirable, sabio y abnegado de la familia y de los profesores.

Educar, dijo, es mucho más que instruir, enseñar y transmitir conocimientos científicos y técnicos: es formar el carácter y la personalidad de los seres humanos.

«El triste drama de la postmodernidad, dijo, está en haber reducido la labor del maestro, de la maestra, casi exclusivamente a llenar la inteligencia de sus alumnos de conocimientos, en haber abandonado casi totalmente su función formativa, educativa, y en haber perdido aquel interés profundo, aquella fina empatía y cariño maternal o paternal hacia el educando o educanda que hacía de la escuela, del colegio, un segundo hogar».

Dijo que los maestros son orfebres de los seres humanos, y les recordó que su misión es enseñar a sus estudiantes a dominar sus instintos y controlar sus pasiones, a ser conscientes de la dignidad humana propia y ajena, estimar y vivir los altos valores del ser humano, ser responsables y honestos, y aborrecer la vileza del proceder corrupto.

Los maestros, a juicio de Arnaiz, también deben enseñar a los alumnos a ser capaces de integrarse positivamente y no parasitariamente en la sociedad, y a intuir y anhelar el honor y la satisfacción de un noble vivir, lleno de virtudes y exentos de delitos y bajezas.

Finalmente, Arnaiz exhortó a los maestros a soñar, capacitarse, actualizarse y esforzarse en hacer de esta generación una generación más humana y mejor. Ese, subrayó, es el gran reto de la educación moderna.

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