Aroma de campaña

Aroma de campaña

UBI RIVAS
Los insultos, ofensas, acusaciones, burlas, en procura del detrimento ajeno, menoscabar al otro, no solamente estigmatizan al acusador más que al acusado, sino que generan el desprecio silente de la conciencia del resto.

Los gobernantes que por mayor tiempo han ejercido el poder en nuestro país, los presidentes Ulises Heureaux (13 años), el generalísimo Rafael Leonidas Trujillo (31 años) y el déspota ilustrado a los Luis XIV de Francia, el doctor Joaquín Balaguer, que recuerde y registre este servidor, nunca usaron el ludibrio contra sus contrarios, que no fueron reducidos en ninguno de los tres casos.

Cuando al poeta Juan Isidro Ortea se le ocurrió escribir su famoso «Lilisibus ladronibus», el terrible Lilís sencillamente ordenó su fusilamiento «provisional», y cuando su cuñado Luis Pecunia conspiró contra él en la expedición de Cesáreo Guillermo para derrocarle, le invitó a bañarse, ponerse su mejor «remúa», cenar con él y al concluir el ágape ordenó fusilarlo.

Cuando al Jefe le denunciaban que alguien se refería a su persona en términos despectivos y conspirativos, sencillamente se sorprendía que estuviese vivo porque entendía que había fallecido, un mensaje subliminal que ordenaba veladamente su liquidación.

Al caudillo civil de Navarrete cuando un comunicador le fustigaba con pertinaz acritud, sencillamente vociferó en presencia de varios entorchados que «ese muchacho no me va a dejar gobernar» (…). O cuando las tropas regulares de las FFAA capturaron herido al comandante de abril y le informaron tenerlo preso, externó que «ese es un preso muy pesado».

Muy parecido a cuando alguien le comunicó que los muchachones del MPD caían abatidos como con insecticidas por las FFAA hacían daño a su gobierno, el déspota asintió, respondiendo, taimado, cínico y despersonalizado: «Sí, me hacen daño, pero más daño le hacen al MPD».

Los tiempos hoy, empero, son muy otros, y lo propio el gobernante Leonel Fernández no es ni remotamente punto de comparación con los tres oscuros especímenes descritos.

Hoy no es posible, tampoco es el talante íntimo de Leonel, dispone la desaparición física de un contrario, pero permite el vilipendio, el menoscabo por vía de las inconductas del litoral económico, en vez de ir directamente a la ausencia de ofertas atractivas para el electorado con miras a la cita cívica de mayo 16 próximo, de que adolece el PRD, el partido a vencer en la lid comicial.

El ingeniero Miguel Vargas, que no las tiene todas o pocas consigo, porque carece de carisma, cachet político, aura, magnetismo, atractivo que seduzca a las multitudes, es la fecha que aún no ha esbozado un proyecto de gobierno, que es lo que pretende hacer con el país y nosotros de obtener una mayoría en la consulta electoral, sino que se ha limitado a formular denuncias de inconductas.

Fustiga la reelección con una amnesia que asusta de que recién hace 40 meses se desempeñó como titular de Obras Públicas en un gobierno tercamente reeleccionista. ¿Y es eso ser sincero y consecuente consigo mismo?

De los candidatos del resquebrajado PRSC y la Cuarta Vía omitiremos su decantación, de quejas y promesas vacuas, porque los dos juntos, no arracimarán 300 mil votos.

Para ganar las elecciones se requieren 1.5 mm y «un lote» sabemos que el único capaz de obtener ese volumen de votos es Leonel Fernández y quizás por eso el auge de las diatribas y que Leonel, sabedor ganador, debe responderle con otro discurso y cederle a los contrarios la tierra movediza de la gabela de los epítetos degradantes que desarticulan el entorno y esparcen un ingrato aroma de campaña.

La campaña «sucia» se devuelve inexorablemente como un boomerang contra quien la impulsa y/o lanza. Aprendamos de las experiencias y de los maestros.

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