Para el arquitecto Omar Rancier no era necesaria la división territorial de Santo Domingo para crear nuevas municipalidades, sino que hubiese bastado la formación de centros de administración municipal.
Entre los fallos de esa disposición citó que no se pensó en cómo se iban a coordinar una serie de servicios que son comunes al área metropolitana.
Rancier resaltó que para lograr una gestión administrativas de esos municipios deberían crearse una mancomunidad para los servicios comunes, lo que no se ha podido aún.
Citó además como otro elemento negativo de la descentralización es la pérdida de capacidad y conocimiento técnica en materia de planificación y urbanismo que se tenía cuando antes eran sólo el Distrito Nacional.
Dijo que ahora esos nuevos territorios no cuenta con el suficiente personal técnico para dar respuesta a esa demanda.
La provincia Santo Domingo, creada en el 2001, primero tenía cuatro municipios y ahora son siete las demarcaciones independientes debido al crecimiento poblacional.
Al día de hoy, cita Rancier, todavía hay problemas con las definiciones entre límites entre el Distrito Nacional y Los Alcarrizos, Santo Domingo Este y Guerra.
Otro problema es que las municipalidades nuevas cuentan con un grupo de desequilibrios en términos de manejo de sus poblaciones y sus servicios.
Puso como ejemplo el caso del municipio de Guerra, con unos dos kilómetros cuadrados, y una dinámica económica totalmente dependiente de la gran metrópolis.
Todo el mundo que viven en Guerra viaja a otra municipalidad a trabajar, entonces no es posible lograr un equilibrio entre esas municipalidades, dijo.
Afirmó que se han hecho esfuerzos por enmendar esas fallas para lo cual se han desarrollado algunos proyectos de gestión de servicios comunes y el Ayuntamiento del Distrito Nacional ha dado pasos en tal sentido. Creo que ha resultado no tan bien como se pensó porque hubo grandes fallos y lagunas en la conceptualización de esa nueva demarcación, concluyó.